DÍA 8.
Seguimos corrigiendo, poniendo y quitando el tiempo se acaba ahhhh!!!!
[Del 13 al 20 de octubre de 2016, a sus 27 años,
Winner Antonio Zeballos Torrejón llevó a cabo su performance “Jamás Leído” en
el marco de la Bienal SIART de aquellos días ahora lejanos. Su performance, consistía
en encerrarse en su cuarto (echado en su cama, sin hablar, levantándose sólo
para ir al baño y comiendo sólo lo que le pasara su familia) durante siete días
en un proceso de escritura “non – stop” tras el cual daría luz a su nueva obra.
A las 18:00 hrs. del jueves 20 de octubre se hizo la primera lectura pública y
desde entonces el texto no ha cambiado. Lo que usted va a apreciar ahora es el
resultado de esos siete días].
“El bien mejor del hombre es no haber nacido, y el
segundo, regresar cuanto antes al punto de partida. [Sófocles a sus 90 y tantos
años].”
Win Zeballos,
presenta:
“LA TRAGEDIA DE LA BAÑERA SANGRANTE.”
Con textos del Agamenón de Esquilo.
Octubre – 2016
En el principio creó Dios los cielos y la
tierra. La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas cubrían la superficie
del abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las
aguas. Dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y
separó Dios la luz de las tinieblas. Llamó Dios a la luz “día”, y a las
tinieblas llamó “noche”. Y atardeció y amaneció el día primero.
CAPÍTULO I
HISTORIA DE UN TEATRERO SNOB.
Un cuadro: un
leñador quiere partir, con su hacha, una nuez o una avellana. Todos se asustan
pues tienen la idea de que antes los leñadores no se mataban tan fácilmente en
sus propias casas. Pero el leñador no quiere matar a nadie solo quiere partir
una nuez o una avellana. Y el leñador levanta su hacha dorada. Todos salen a
mirar, quieren saber si lo va a lograr. Y todo se congela y la cámara nos acerca a la nuez o avellana y
explotamos en un orgásmico caos: vemos a
Freddy Mercury que mira la avellana en un cuadro de Richard Dadd que tiene un
Sueño de una noche de verano con Shakespeare y su Romeo, y la Julieta de su
Romeo lee a Príamo y Tisbe que leen a Tristán e Isolda, que son leídos por
Onetti fumando en su cama, que es leído por Octavio Paz que, luego de
escribir una reseña sobre el cuadro está junto a Borges dialogando en una
catedral de México, y todo visto desde las redes de la tecnología.
Entonces la cámara orgásmica se va alejando y queda una nuez o una avellana intacta.
: El autor de
este bello cuadro, Richard Dadd, mató a su padre a los 27 años, clavándole un
hacha en el cráneo, ordenado por Osiris, y desmembrando luego el cuerpo del
occiso… ¿Pueden creerlo? Me aterra pensar que yo mismo acabo de cumplir 27. Ya
en el manicomio, se dedicó pacientemente a pintar sin descanso durante
casi diez años ésta que es su obra maestra: El golpe maestro del leñador
duende. Como se puede apreciar, hay en él, un leñador a punto de partir una
nuez o avellana.
Diez años… sin
parar.
Y yo,
perdiendo mi tiempo en estupideces, en banalidades.
Pero eso se
acaba. ¡Se acaba!, ¿me escuchan?... ¿¡Ustedes qué entienden de Arte!?... Lamentativo, ¿qué entiendo yo de arte?...
necesito responsabilizarme de una vez por mis actos, dejar de ser un chiquillo.
Debo ir en
busca de mi obra maestra, no importa lo que eso me cueste.
Mira en derredor.
A Marcel
Proust, su madre le traía el desayuno cada día luego de que él se encerrara
para escribir durante toda la noche y, de paso, mientras desayunaban, recitaban
versos de la tragedia Esther de Racine que su madre sabía de memoria. Proust
dormía en el día y escribía por las noches. Todo por la obra.
Cuando la mamá
de Borges murió, a sus noventa y nueve años, Borges ya tenía setenta y seis.
Toda su vida ella fue su amanuense y su mecenas.
¿Tanto te
cuesta hacer eso mamá?
¿Realmente...
tanto?
Quiero decirte
algo desde hace tiempo mamá: yo no elegí venir a este mundo. Y
entonces por qué quieres que trabaje como si fuese mi deber, ¿de dónde sacas
eso?, ¡¿o sea que aparte de que me trajiste a este mundo sin mi consentimiento
tengo que cumplir reglas que yo no sé cómo mierdas nacieron?! Acaso yo dije,
antes de que decidas procrearme, oh, quiero dejar de ser nada y quiero existir
y quiero ir a estudiar y luego a trabajar y tener que sobrevivir, y
preocuparme por no morir de hambre, por validarme, y tener que soportar tanta
irrealidad, y pensar cada día en el fin y zas y zas?!
Inteligente
jugada se te ha ocurrido mamá. Y es tan gracioso oírte argumentar que si
me jodes, es porque te preocupa lo que vaya a ser de mí cuando tú no estés, y que
en realidad sólo te preocupas por mi futuro, y que por eso quieres que de
una vez trabaje... Y bueno, ¿yo qué
culpa tengo de eso mamá?, ¿por qué no pensaste en eso antes de tenerme? Entonces,
preocuparte por mí, es lo mínimo que podrías hacer mamá, ¿qué
quieres que te diga?... de la nada decidiste que yo esté aquí y lamento decirte
que eso te hace cien por ciento responsable. Bueno, cincuenta por ciento, con
mi padre.
Era que me
abortes como te aconsejó tía Candy.
Y ahora, en un arrebato de furia, me dices que yo
no soy Proust y que yo no soy Borges, cuando tú no tienes ni puta idea ¡de
quién es Proust, ni de quién es Borges... mamá!
Y yo lamento decirte que, bueno, que está más
que claro que no los soy… pero, ¡hello!, eso tampoco es mi culpa,
mamá. Así como tampoco fue culpa de Proust y Borges haber nacido
Proust y Borges ¿no?
Quizá sea como
dice mi padre: Estamos jodidos.
O quizá sea el estrés del vacío.
Dice la
leyenda que Robert Louis Stevenson terminó su primera versión del Dr. Jekyll y
Mr. Hyde en tres días y que luego la quemó porque Fanny, su esposa, le dijo que no era lo suficientemente
alegórica, entonces él, medio cabreado, botó su escrito al fuego, y cuentan que
en otros tres días ya tenía la versión original lista, salvo correcciones de
poca monta, para ser impresa. Esos seis días fueron de encierro absoluto,
creatividad al máximo, efervescencia literaria. Me lo imagino delirante en su
camita, su pluma volando mágica… y eso que Robert Louis Stevenson tenía tuberculosis y cada nada tosía sangre y
apenas podía respirar y hablar.
Pero claro, ya
sé lo que están pensando… Que la diferencia entre Robert Louis Stevenson y yo…
Bueno… sólo me queda decirles… ¡¿y ustedes, carajo?!... ¡¿ustedes qué, ah?!
No me importa
lo que me digan, ya lo tengo decidido: Voy a encerrarme en mi habitación, en mi
cama. No voy a salir de mi cama, no quiero regresar nunca más al horrible y
violento mundo exterior. Sí, viviré en mi cama, me dedicaré día y noche a
escribir mi obra y no me levantare más que para ir al baño a lo esencial, ¡y
sólo comeré algo si tú, madre, así lo decides!... ¡no me importa morir de
hambre!… ¡¿escuchaste?!... Y como acto de rebeldía final, no me ducharé más hasta
acabar mi obra… ¡¿Escucharon?! ¡No me acercaré más a esa su cochina bañera
burguesa con burbujas relajantes especiales!, olvídense de todo eso. Richard
Dadd no tenía bañeras con burbujas relajantes especiales, Edgar Allan Poe murió
en el frío de Baltimore y yo no tendré más bañeras con burbujas relajantes especiales.
Para escribir hay que renunciar a las comodidades aún dentro de las
comodidades.
Se instaura, orgulloso, en su cama, con su computadora
Mac personal, su cuaderno, su muñequita, su bolígrafo, sus libros, su pijama
polar. Queda como asustado de su decisión durante largo tiempo.
Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis
Borges quedó
ciego a los cincuenta. Proust murió a los 51. Pongamos que hasta sus 27 leyeron
lo que yo, hasta ahora, no leí. Entonces, a partir de ahora, tengo 27 años para
más o menos alcanzarlos. Para entonces tendré 54 años. Mi padre tiene 69, así
que todo indica que viviré, por lo menos, hasta esa edad. En ese tiempo de vida
extra quizá pueda empezar a alcanzar a mis héroes. Proust escribió su obra
maestra en catorce años más o menos. Borges escribió a lo largo de toda su vida
pero su obra más importante la hizo, digamos, más o menos en ese mismo lapso de
tiempo… Entonces, pongamos que a mis 54 estaré preparado para empezar mi obra
maestra, redondeemos, por bondad, y digamos que a mis cincuenta. Dios quiera mi
talento esté fuerte todavía, eso siendo generosos y concediéndome el hecho
de que yo tenga algún talento. Entonces,
finalizaré mi obra maestra a los sesenta y cinco… esperemos. Al finalizar esta
obra maestra quedaré seco y oliendo a soledad. Eso, siempre y cuando, no
caiga antes sobre mí el hacha de Richard Dadd y Clitemnestra, ja ja. Que así
sea entonces.
Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis.
Creo que todo
va bien por el momento, tengo una historia, tengo la voluntad, tengo, esperemos
el talento, y si no lo tuviese, eso se compensa con esfuerzo y yo tengo mucho
esfuerzo y tengo sobre todo la pasión. ¿Qué puede ir mal?
Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis.
Todo va de
lujo. Finalmente mi madre aceptó ser como la mamá de Borges, o la mamá de
Proust, aunque a medias, pero aceptó. Su corazón es más grande y no soporta ver
al hijo que procreó morir de hambre (aunque es difícil que muera de hambre en
realidad), así que manda algo de comida con mi hermana.
Pasados varios segundos de silencio, le hace
hablar a su muñeca:
: ¡Voces
lejanas!, ¡oh voces profetas!, ¡escúchenlas!, ¡hablan!, ¡nadie les cree, pero
hablan!:
: ¡La mejor obra de Win Zeballos!
: ¡Un éxito descarado!
: ¡Imperdible…!
: ¡Win, ovacionado en Aviñón....! ¡Joder!... ¡mierda!... ¡un
boliviano!... ¿pueden creerlo?
: Yo no.
:A Win le sale el tiro por la culata.
¡Basta! ¡Debes olvidar esas
voces!
Estás sólo en
tu habitación, afuera llueve, los perros ladran, tu gato quizás está a tu lado…
pero estás sólo al final de cuentas, aquí, ¡aquí! en Villa Salomé, Calle
Molles, puerta blanca sin número, un barrio pequeñito de la ciudad de La Paz,
una ciudad pequeñita del país de Bolivia, un país pequeñito del continente
sudamericano, un continente pequeñito del planeta tierra, un planeta pequeñito
dentro de un sistema solar y etc., etc., etc... ¡Objetividad amigo!, ¡objetividad
es lo primero! de nada sirven esas voces absurdas. Las obras son las hijas
del silencio. No lo olvides. Una prosa limpia, honesta, que manifieste valor y
elegancia bajo presión... ¡no lo olvides!
Pierde el control y se da bofetadas a sí
mismo.
¡Deja de
pensar en esas gafas, en esos lápices afilados, olvida los aplausos, las
ovaciones, y los posibles fracasos, eso no te deja ver el mundo
claramente!, ¡no te deja!, ¿qué no lo entiendes? ¡Vamos, vamos, escribe,
escribe!
Escribe más fuerte y rápido. Pausa. Escribe más
fuerte y rápido. Elipsis. Solloza.
Ya no soporto escribir, todo lo siento mal. Mierda. Anoche tuve tantas
pesadillas que ahora siento como si no hubiese dormido y pensamientos negativos
me invaden. Deben ser todos estos instrumentos tecnópatas de mierda que
tengo instalados a mi alrededor: redes inalámbricas, ondas electromagnéticas
que atraviesan mi cerebro, y lo escinden en trocitos interdigitales, listos
para ser puestos a la parrilla. Carajo, me estoy quemando la corteza. La nuez.
Mi avellana.
_Escribe ya perdiendo el control, gimiendo,
sollozando.
No lo
necesito.
No lo
necesito.
No lo
necesito.
Pausa larga.
¡Lo necesito!
¡Necesito un
vaso de whisky con suma urgencia!
Se da una
bofetada más fuerte todavía.
¡No!
¡Calma!...
calma. Aspira. Exhala. Aspira. Exhala. Así. Ahora razona un poco. Sólo tienes
dos dedos de whisky en tu botella de
whisky etiqueta negra. Debes administrarlos bien.
Escribe fingiendo tranquilidad. Pausa larga.
Elipsis. Agitado, paranoico.
Estos días he caído
en picada… sobre todo pensando tanto en ti Fanny. Sí, ella es Fanny, mi alumnita de teatro
de once años. El día de la última presentación vino con un vestidito blanco,
corto... pude ver sus muslos delgados, blancos, olía a juventud, a flor, a
hermosura... Allí está Alicia, y allí Diane, todas alumnas mías, bellas,
me he debido masturbar por lo bajo unas cincuenta veces pensando en cada una de
ellas, y basta recordarlas un poco para tener una erección... ¡qué castigo!... y
mi mano entonces termina apestando a soledad… Fanny, Alicia, qué bellos
nombres, hermosos... Pero no lo sabe... mi Lolita no sabe que se llama Fanny...
mi Fanny no sabe que es mi Lolita... ¿o sí?, a veces creo que lo presiente... un día le
rocé la mano... y ella me la rozó a mí... y puso su mano en mi hombro y
me sonrío... pero luego no volvió a hablarme nunca más...
Recuerda delirante. Pasa al presente más
delirante aún. Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis. Emputado.
¿Por qué mierdas
estoy haciendo esto? No me hagan cabrear carajo. Tengo un límite.
Exhibicionismo
puro carajo.
Mierda.
Sudando, respirando agitadamente, febril.
No puedo
aguantar la ansiedad. Me voy a servir medio dedo de los dedos que tengo de
whisky... lo voy a tomar a sorbitos... ¡Salud! ¡Oh Dios mío!, ya se hizo
de noche...
Pausa. Escribe angustiado. Pausa. Escribe
mirando a todos lados. Elipsis.
Proust, logró escribir en Busca del Tiempo Perdido luego la muerte de su
madre.
Y quizá tenga que matarte entonces.
Para que la bendita inspiración llegue lo suficiente.
Luego, sólo tendría que asegurarme de que todos tus bienes queden a mi
nombre para tener con qué sobrevivir el tiempo que tarde en escribir mi obra.
¡Ah, sí, sí, sí!, una revelación al fin.
Sí.
Escribe más frenético. Pausa. Escribe más
frenético. Pausa. Escribe más frenético. Elipsis. Pérdida de control. Grita.
Amo las
portadas de los libros, podría tener relaciones sexuales con éstas. Quiero
quedarme aquí, leer para siempre, odio los instantes en que estoy haciendo otra
cosa, me duelen, cada minuto lejos es una intertextualidad perdida, un nodo de
la red que no pude conectar y como ya de por sí estamos lejos de Borges o de
Proust, una hora sin leer es estar más lejos aún, infinitamente más lejos. Y al
decir lejos quiero decir no lejos solo como personajes escritores sino también
lejos de la lectura y comprensión concreta de sus libros, porque a qué leer a
Borges si no has leído Schoppenhauer y a todo Stevenson, y todo en
realidad, y a qué leer a Proust si no
has leído las Memorias de Ultratumba de Chateaubriand, y a qué leer la Divina
Comedia si no has leído la Biblia, y a qué voy a leer a Derrida o a Deleuze si
no he leído a Sartre y a qué Sartre si no he leído a Heidegger y a qué
Heidegger si mi línea temporal no parte desde haber hecho el amor con Platón, y
a qué mierdas ir al ruido de afuera si aún no he hecho el amor con Platón,
y cómo voy a saber las posiciones
sexuales favoritas de Aristóteles si no he pasado por su maestro Platón, cómo
voy a poder moverme al gusto de Kant o de Milton si no he sido un puto
asqueroso que lo ha hecho y se ha dejado hacer de todas las formas posibles con
los anteriores mencionados e incluso con muchos más, cómo voy a lograr que
acabemos mojados Proust y yo si mi libro
de kamasutras culturales está sin figuritas, no podré abrir bien las piernas de
mi cerebro ni el ano de mi conciencia, ¿y cómo espero hacer el amor entonces
con Nietzsche?, ni siquiera voy a lograr que se le pare y entonces no va a
poder penetrarme, y a qué leerlo sino va a penetrarme, por eso yo creo que hay
que haber probado bien todos los falos desde Platón y Homero, y Esquilo, y
Píndaro, y Sófocles, y Eurípides y etc., etc., y todas las sagradas
vaginas desde Safo, Sor Juana, y George Sand y Gabriela y Virginia e incluso
con ellas debimos haber logrado que nos aten y nos flagelen sobretodo, que Emily
me haya cagado a latigazos, que Simone de Beauvoir haya roto mi corazón y que
entre ella y Sartre me hayan dejado extasiado, acabado y en la basura y hay que
haberlos odiado y haber sentido también el asco de su semen en nuestros
rostros, y claro, haber estado abiertos, sí, ellos sí pueden penetrarme,
¡vamos!, ¡que lo hagan!, yo los invito, pero para eso necesito prepararme,
ponerme vaselina, ser un buen receptáculo, que se sientan súper cómodos y que
entren en mí como en su casa, una casa por donde ya han pasado todos y para
ello necesito tiempo, y no salir nunca, porque no es un trabajo fácil, claro
que no.
Escribe mucho más frenético. Pausa larga. Se
olfatea.
¡Qué asco!
estoy hediendo, nada que ver… ¿cuánto tiempo ha pasado?...
Debes cumplir
tu promesa. Basta de burbujitas relajantes especiales.
Hace como que escucha su muñequita.
¿Qué pequeña?,
¿que estamos hediendo a post sexo después de tantas orgías culturales?
Yo igual
pienso así… pero…
Bueno ya, si
me miras con esos ojitos visionarios.
¡Pero tú te
haces responsable, ah!
Sale de su cama y se acerca lentamente a la
bañera con su muñequita.
: ¿¡Mamá,
hermana!?… ¿me ayudan a bañarme?
Se queda al lado de la bañera bailando.
…
Dijo Dios: “Haya un firmamento en medio de las
aguas que las esté separando unas de las otras.” Y así fue. E hizo Dios el
firmamento y separó las aguas y separó las aguas que hay debajo del firmamento,
de las aguas que hay encima del firmamento, y llamó Dios al firmamento
“cielos”. Y atardeció y amaneció el día segundo.
CAPÍTULO II
HISTORIA DE UN DETECTIVE.
Detective carraspea.
: Querida Fanny, no sé por qué ayer desperté tan optimista, quizá porque
terminé por enésima vez la Isla del Tesoro del gran Stevenson y de nuevo me
embriagué soñando que conocíamos la bella isla de Vailima, lugar de descanso de
nuestro amado Robert, que bailábamos a las orillas del mar, desnudos, o de
blanco, que sentíamos la brisa, que tomábamos ron, y que cada día asistíamos a
una fiesta en la playa. Los fines de semana eran los más especiales pues
subíamos a la cima del monte Vaea y dejábamos flores en la tumba de los
Stevenson, llorábamos un rato leyendo sus ensayos y ya durante el ocaso
descendíamos hacia la playa nuevamente, todo bajo una lluvia tropical, tibia y fresca, y bueno… ya te imaginarás cuántos
deseos inflamaron mi corazón llevándolo inevitablemente a ese estado natural y
tan bello que es la nostalgia... y cuando cerré mi libro pensé, no sé por qué,
lo tortuoso que debe ser para alguien escribir sabiendo que existen hombres
como el gran Robert Louis Stevenson. Sí. Difícil no caer en la locura… pensé también
en la hermosura de disfrutarlos sin más, y entonces me dije:
¡Cuán bella y temible es la página en blanco!,
¡Y qué riesgo de vida o muerte escribir en ella!
Y en mi caso... ¡qué bello es un caso sin resolver!, ¿no?
Un caso que a la vez es una página blanca abierta a miles de
posibilidades,
en las que como un Dios juego a poner orden al caos.
¿Por qué entonces esa necesidad, del oficio detectivesco, de hallar la
punta del ovillo?
Y te digo todo esto porque anoche, al llegar a mi vieja oficina,
encontré (tú sabes como la vida nos pone estas cosas paradoxales) una carta
bajo mi puerta. Sí, justamente un irrespetuoso de la página en blanco. Su carta
estaba escrita a mano y firmaba con una W dorada. La carta, la tengo
acá, dice así:
Saca la carta, la desdobla, se
coloca sus gafas, lee:
“Estoy en un punto crítico señor detective, nada tiene sentido. Anoche
soñé con calles antiguas y secretas, escondidas en la noche. Con la verdadera
pesadilla que es el mundo señor detective. Y yo era una mosca y una araña me
decía: "¿Quisieras entrar a mi brillante salón? Es el saloncito más
hermoso que alguna vez pudiste visitar, el camino es una escalera
caracolada y tengo muchas estanterías curiosas, quedarás encantada.” Mi
cuerpo tiembla de ansiedad con sólo recordarlo, estoy tan asustado señor
detective, creo que mi mamá tenía razón, esto es ridículo, ¿qué estoy ganando
con esto? Cuánto miedo señor detective. Señor detective, le ruego,
le imploro, estoy muy desquiciado, siento que me va a pasar algo, estoy en mi
cama postrado, y siento como si una inmensa red se hubiese ceñido sobre mí, una
red laberíntica, con minotauros y todo, con lamentos de Ariadnas y todo, señor
detective, he visto catedrales mexicanas, he visto a Borges y a Octavio
Paz dándose la mano, concertando mi muerte, sí, los vi en una entrevista señor
detective, una entrevista que creo que era de los años ochenta, y allí
decidieron que yo debía morir en siete días y ¡vi a Proust masturbándose en su
baño pensando en mí! ¡¡¡¡Esto no para señor detective!!!! Todo el tiempo oigo
voces en mi cabeza que me dicen que el hacha está a punto de caer sobre mi
nuez, o avellana o como quiera llamársela... apresúrese por favor, la puerta
está abierta, apresúrese, mi dirección está en el remitente. PD: Por favor le
ruego me traiga unas hamburguesas, hace días que no como nada.”
Guarda la carta esforzándose en
hacer ese ruido elegante del papel que tanto nos gusta cuando vemos una
película. Se da sus modos, tose mientras se quita las gafas y continúa su
discurso.
Al principio no le di importancia, tan adepto a mis propios procesos
deductivos como suelo ser, en los que me gusta tomarme mi tiempo y hacer las
cosas a mi manera, y simplemente leí la carta con la vaga ilusión de tener algunas
nuevas aventuras pero, para las cuales y como siempre, no necesitaba salir de
mi oficina, e inevitablemente comencé a imaginar posibilidades hermosas como
transposición de tiempos y espacios infinitos, y empecé a soñar con la
literatura y terminé, sin saber, en ese momento cómo había llegado a aquello,
llorando amargamente por la Guerra de Troya en Illión, y comencé a armar mi
famosa red detectivesca, y claro, entonces encontré rápidamente millones de
conexiones hermosas: la entrevista entre Borges y Octavio Paz, el poema de la
araña y la mosca de 1827 escrito por Mary Botham Howitt, y que fue
parodiado por Lewis Carroll en su Alicia en el País de las Maravillas, en el
capítulo de la Falsa Tortuga, y entonces comprendí el apuro de W porque yo le
ayudara con mis servicios de detective pues simplemente el caso era perfecto
para mí, y ante tanta hermosura y tanta felicidad abrí un botella de
whisky pensando en si sería bueno ir o no a la casa de este simpático maniático
o quedarme simplemente con esa carta formando un montón más de posibilidades
siniestras, bellas, armando hilos conductores, dejando migajas como pulgarcito
por todo lado, y entonces con tanta fascinación me quedé estúpidamente dormido
en el frío piso de mi oficina, agravando así esta tos crónica que tengo, y si
no hubiese sido porque me despertaron en la mañana mis arrendadores, quizá
hubiera muerto. Tenía todos mis huesos adoloridos, mi espalda entumecida, mis
rodillas congeladas, ¡uf!, ¡horrible!... Bueno, la cosa es que despierto, abro la
puerta a mis arrendadores y les digo que no podía pagarles nada en ese momento,
que por favor me den quince días más, y ellos me dicen que me vaya al carajo
con mis quince días más y que si no les daba el dinero en cinco minutos me
echarían a patadas de allí, y de nada sirvieron mis súplicas y mis ruegos, iban
a botarme de mi amada agencia “El Gato Negro”, y bueno... quizá me lo merecía
después de tantos fracasos y estaba yo ya resignado a mi triste suerte
cuando de la nada aparece uno de esos carteros antiguos y me entrega un
sobre y me instiga a que lo habrá inmediatamente, y en el sobre hallo mil
bolivianos y una nueva carta, y un mechón de los cabellos de W... El cartero se
retira negándose a recibir una paga por sus servicios, y yo cancelo
inmediatamente la cantidad de quinientos bolivianos, de los mil, como forma de
adelanto a mis arrendadores, que por fin consienten en dejarme tranquilo y me
dan siete días más de plazo. Por fin, sólo de nuevo en mi oficina, ya
respirando tranquilo, procedo a leer la segunda carta en la que el pobre
W parecía todavía más patético, si eso puede ser posible, y descubro no con
poca sorpresa que esta vez la carta tiene un olor a soledad más fuerte que la
anterior, si es que acaso la soledad puede tener algún olor definido, claro.
Esta segunda carta, dice lo siguiente:
Abre la carta con los modos de
un actor de la época dorada de Hollywod, tose, se pone sus gafas, lee.
"Señor detective, se lo he suplicado pero usted no me hace caso, he
estado esperándolo toda la noche, colgando de un hilo, literalmente, ya no
digamos hilo cibernético, arácnido, o de filigrana dorada, sólo digamos que
estoy así tendido en mi cama sin poder levantarme ni para ir al baño, no puedo
salir, me pasó como en esa película surrealista tan bonita de Luis Buñuel, sólo
que en mi caso como no es ficción ya no es bonito. Señor detective, ¡apiádese
por favor!, usted es el único en el que puedo confiar, el espíritu de
Freddy Mercury me ha susurrado su dirección y su código postal, sí señor
detective, Fredy Mercury apareció flotando en el dedo y medio que queda de mi
whisky, y me dijo: “ese detective es el único que podrá salvarte de este
embrollo en el que te has metido, él es el indicado, confía en mí, envíale una
carta, pero dile que debe apurarse porque sino estarás muerto, ¿y tú no quieres
estar muerto verdad mi champions friend?, puesto que no eres yo, Freddy Mercury
que aún muerto sigo vivo, eres simplemente W, jajajaja, ok hazlo rápido”, eso
hice y hoy en la mañana cuando me encontró llorando porque usted nunca
apareció, me dijo: “envíale una nueva carta y esta vez con 1000 Bs en el sobre,
eso hará que venga en seguida” y eso hice, ¿por qué cómo no hacer caso a Freddy
Mercury, no? Y seguro se estará usted preguntando cómo pude enviarle esta carta
si supuestamente estoy postrado en mi cama y sin poder moverme y la respuesta
es tan simple que estoy seguro de que usted ya la conoce... ¿ve?... usted es el
único que puede ayudarme.... estoy llorando de nuevo, ya no sé qué hacer...
¡ah!, cuando venga ¡no se acerque a la cama! … maldita sea, estoy abandonado...
todo me pasa por no hacer caso a mi mamá que me cantaba tantas veces esa bonita
canción y yo la desobedecí... Pooor fly... bye bye.... ¿ya la recordó
verdad?... No olvide mi hamburguesa." Atte.: W
W tenía razón. Como dije, al leer la primera carta yo ya había recordado
la bonita canción, adaptación musical del poema “The Spider and the fly”, y a estas alturas incluso me la
sabía de memoria. Una de sus estrofas, justamente, dice así (la traducción
es mía):
Canta:
“Estoy seguro, querida mosquita, de que debes estar cansada,
Volando allí en volutas tan altas,
¿por qué no llenas de zumbidos mi enredada cama?
Es de blanca tela fina, ¿no te incita?
- Así, tiernamente la araña tejedora, a la mosca le recita…”
Y entonces ya no lo dudé más, era una cuestión casi de amistad, fui a
visitar al extraño W. En ese momento, un desconocido para mí, un jamás leído.
Se va bailando la canción de la mosca y de la araña en un ritmo ardiente
de jazz.
Poor fly, bye, bye.
El detective
observa a lo lejos una vieja casa de puerta de metal blanca.
D: Fanny, son las 10:30 am, estoy en la
zona de W. Es muy raro, pero aquí hay un ambiente tremendamente navideño:
señoras vendiendo luces, árboles, íconos religiosos, etc., y es paradoxal tomando
en cuenta de que recién estamos comenzando octubre. Ahora mismo, estoy viendo
la puerta de W y estoy a punto de entrar aun a pesar de que una parte de mí se
niega rotundamente a hacerlo y siento, por ingenuo que parezca, que yo también
debería hacer caso a la moraleja de esa canción infantil de la mosca y de la
araña. Siento que en este momento yo debiera decir también:
Canta.
¡Oh no no, querida araña! – como dijo, en un
principio, la moscaza,
en mi sensatez aún, no lo apruebo,
pues he oído decir que quién sube por
tu caracolada casa
No tiene a Dédalo para bajar de nuevo.
Pausa.
Pero, Fanny, ¡Dios sabe que no tengo opción!,
y es que todos ya sabemos cómo acaba esto, es tan obvio… ¿por qué sino Orfeo
mira a Eurídice, aún consciente de la pérdida, digo yo?, pues por la misma
razón que la mosquita caerá inevitablemente en las redes de la araña una y otra
vez cada que volvamos a leer el poema. Pero la mosquita en realidad sólo se
“hace” a la tonta, cuando en realidad ella sabe que tiene que caer para que la
poesía exista, Orfeo sabe que debe mirar para que lo recordemos y derramemos
lagrimitas cada que lo leamos de nuevo y que por más qué les digamos ¡no mires
Orfeo!, ¡no caigas mosquita!, ellos lo harán, sabios y conocedores de que esa
caída, esa pérdida, ese dolor, de alguna manera, nos gusta, y entonces Orfeo
mira y la mosquita cae, y ya no hay vuelta atrás. Pero, ¡oh,
benditos!... ¡oh dulce tormento de días!... Si no lo hubieran hecho, no serían
poesía…
Aspira hondo.
Fanny.
Expira lento.
¡Debo entrar!
Se lleva una mano al corazón.
¡Debo hacer poesía!
Y entra, finalmente, bailando a la casa, aún
sumergido en el ritmo ardiente de un jazz. En la puerta hay adobes de sal y un
tronco talado.
…
Dijo Dios: "Acumúlense las aguas de
debajo de los cielos en una sola masa y aparezca suelo seco.” Y así fue. Llamó
Dios al suelo seco "tierra" y al cúmulo de las aguas llamó
"mares". Y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: "Brote la tierra verdor:
hierbas de semilla y árboles frutales que den sobre la tierra fruto con su
semilla dentro, según su especie.” Y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y
amaneció el día tercero.
CAPÍTULO III.
EL ENCUENTRO.
W: ¡¿Señor detective?!... ¿es usted?
Se miran, se reconocen, estaban destinados a encontrarse y sueltan
chispas al mirarse. ¿Por qué habían tardado tanto en unir sus destinos?, nunca
lo sabrán.
D: Sí, soy yo, W.
W, increíblemente feliz.
W: ¡Oh!, ¡gracias a Dios, señor detective!... Disculpe mi
atrevimiento, pero ¿me trajo usted algo de comer?...
D: Claro W, aquí tienes. Le lanza una hamburguesa. Atrápala.
W: ¡Oh! ¡Muchas gracias, Bendito sea usted!.. Mientras come
ávidamente su hamburguesa. Señor detective, siento la muerte más cerca
que nunca… mi cuerpo desgastado no quiere volver a salir. Me aterra que llegue
la noche y es cuando más necesito un abrazo ¿sabe?... hace tiempo que no recibo
un abrazo, y disculpe que se lo pida así sin más, pero ¿cree usted que podría
darme un abrazo?
D: Claro W… sólo que tengo entendido que no puedo a acercarme a tu
cama.
W: ¡Oh diablos, tiene usted razón!, casi lo olvido, soy un
idiota… si usted se acerca quedará atrapado… será una mosca más, como yo, que
estoy hasta el cuello con las redes y apenas puedo moverme… Bueno… al menos
déme un abrazo en la distancia, no sería lo mismo, pero me haría bien...
El detective le da un abrazo en la distancia.
W: Gracias...
D: No tienes por qué W, y déjame decirte que mi situación no es tan
diferente de la tuya, de hecho, las redes son la razón de que no haya podido
venir anoche a verte, cuando recibí tu primera carta, por lo cual te ofrezco
mis más sinceras disculpas, prometo compensarte… Y ahora tendré que pedirte de
nuevo disculpas y esta vez adelantado, porque ahora mismo tendré que cortar
este momento de encuentro tan emotivo… y empezar mi noble labor detectivesca preguntándote
algo que quiero preguntarte desde que crucé la puerta y que me está jodiendo
los sentidos: ¿de dónde viene ese olor tan terrible e insoportable?... Espero
que no seas tú querido amigo, jaja.
A W no le hace gracia la broma.
W: No lo sé, supongo que se habrán tapado las cañerías… eso, claro,
sumado al olor de mi soledad… como bien usted lo ha notado. Tantos días que no
salgo de cama…
D: Nada de eso, W… Este aroma, por decirlo así, no tiene nada que ver
con el olor a la soledad...
Olfatea con más vigor.
Bueno sí... pero... mezclado con otros olores, huele como a sangre, a
sepulcro, y muerte.
W: Yo no lo siento, señor detective, porque mi nariz ya se acostumbró.
Es lo malo de las narices, se acostumbran fácilmente a cualquier olor, sea este
bueno o malo.
El detective continúa su olfateo recordando seguramente los consejos de
Gandalf el Gris: Cuando estés perdido Meriadoc, sigue tu nariz.
D: Viene de por allá.
W: Asustado.
¡Ahhhh! El
cuarto de la bañera.
Entra en un estado de trance atemporal. El siguiente texto parece no ser
escuchado por el detective.
…
Qué miedo a perderte, perderte.
Si un día cambias de bando.
Si caigo en manos de mafiosos poderosos y de repente descubro que tú
juegas con ellos, que nos has traicionado, y que secretamente me has enviado
mensajes codificados, secretos, información clandestina que me oprime el pecho.
Si en un juego gano poder matando a mis enemigos los cuales son cada vez más
poderosos como en las historias de los narcotraficantes.
El mundo nos calla.
Un disco duro con información secreta, en el que me dices que salga
rápido.
¿En qué me metí señor detective?
¿¡En qué me metí!?
¿Dónde está ella?
Mi corazón me duele.
A esta hora todos parecen inexistentes. Mi cerebro comienza a darme
imágenes extrañas para la historia. Tengo miedo de seguir. De no diferenciar la
realidad. Siento que estoy jugando con armas que no son para un joven como yo.
Armas de grandes maestros que me están dando súper poderes y que como no puedo
controlarlos hacen que pierda mi equilibrio mental. Las fronteras empiezan a
ser difusas. Como cuando el asesino comete su primer asesinato y luego mata
¡una y otra vez sin piedad! ¡Oh, asesinos, he entrado en sus mentes por un
instante!
Empiezo a mirar cosas difusas que me han perturbado en sobremanera, nos
han caído inmensas olas marinas, y nos han dejado muertos flotando a la deriva
en algún estanque oscuro. He sentido la más pura desolación, he entrado en
ella, y he entrado un poco al menos en la atormentada mente de Edgar Allan Poe:
era la desolación absoluta, un lugar horrible. Mi cabeza me arde ahora. La
redacción manuscrita ha generado pesadillas horripilantes en mí y por fin me he
acercado un poco a los héroes.
Ahora sí las redes comienzan a atravesarme a su gusto, en su más temible
estado y creo que si mi hermana no hubiera entrado trayéndome esa taza de
chocolate caliente, ese pan de canela y esas galletitas de agua, yo
habría caído definitivamente en la locura, fue gracias a ella que he retornado,
a medias, pero retornado al final de cuentas, a una realidad que ahora me
cuesta tanto distinguir.
Ha sido una llamada de atención: W, no juegues con armas que aún no estás
capacitado para manejar. Mi corazón aún late febril, las emociones están
frescas, y ahora me toca a mí. Sí, señor. Yo debo ser ahora aquel valiente
condecorado, aquel león, ya que en mi vida diaria he sido siempre un
pusilánime, un patético cobarde. Ahora, es momento de probar mi valía, ahora. Y
esto es sólo el inicio, me digo.
Y entonces me pregunto, ¿hasta dónde podría haber llevado la
desolación?, si mi alma no se hubiera tranquilizado en gran manera gracias a
los pasos de mi hermana que me sacaron gentilmente del trance, si mi madre no
le hubiera enviado mi taza de chocolate, con mi pan de canela y mis
galletitas de agua, ¿hasta dónde podría haber llevado mi trance, hasta
dónde realmente? Si ellas no existieran, la desolación podría finalmente
instalarse en todo mi cerebro y generar al fin los monstruos prohibidos,
gigantes asesinos, olas marinas más grandes todavía. De alguna manera Marcel
Proust vino a decirme que esos monstruos prohibidos uno los crea a lo largo de
toda su vida, pero que sólo pueden tener forma completa al llegar uno mismo a
la desolación absoluta, al alargarla a extremos vívidos de locura que no puedan
ser interrumpidos por los amables de pasos de la hermanita, uno debe tener la
certeza de que ningún ruido lo obstruirá en la creación de esos monstruos,
y que una vez creados uno debe llevar a cabo la hercúlea tarea de
domarlos, y entonces te acercas un poco más al Olimpo. Pero este logro no es
para nada gratuito. El pago es morir en la pira incendiado, la Gorgona
petrificadora, la mirada de Orfeo. La pobre mosca, al final de cuentas.
Y hay que hacerlo. Hay que hacerlo. Hay que hacerlo. Pero la vida es
breve y uno no puede esperar a que los ruidos y las pisadas de hermanita se
callen simplemente por sí mismos. Uno debe colaborar a que se callen los pasos
de hermanita.
Y entonces hay que hacerlo.
Hay que hacer poesía.
Fanny, Ross, Diane, Rebeca, Ruth, Esther.
No lloren por mí.
Me voy a hacer poesía.
W ahora comenzará a gritar desquiciadamente:
¡¡¡¡¡¡Ahhhhhh, no quiero que se corte la sensación, no quiero que se
corte, calla todas las putas llamadas, todo eso me jode, calla los putos
mensajes en el celular, las llamadas para ir a esta cosa, a esta otra tal cosa,
eso jode, no quiero que me vuelvan a quitar la sensación, por favor te lo
ruego, no dejes que me quiten de nuevo esta sensación, no quiero que se
corte!!!!!!!!
Corte repentino.
D: ¡¿W?! ¡¿W!?
W se va recuperando poco a poco.
Mira sin entender bien lo que ha sucedido. Escuchando los ecos de la voz
del detective.
D: ¡Qué terrible ataque has tenido W!
Parecías un epiléptico, un cataléptico.
W: Vi a mi hermana trayéndome el chocolate señor detective, y luego la
vi a ella, a la reina, una mujer en un bar, pidiéndome que vaya a por ella, luego un hombre me dijo que la
tenía presa, es como en el juego de Mario Bros amiguito, me dijo ¿por qué crees
que ese juego vende tanto?, ¡porque es la esencia de todo!: Hay que salvar
a la princesa.
Y luego invadían mi casa y me mataban pero antes de morir yo también
mataba a unos cuantos.
Como si por fin saliera del
trance, asustado, desolado, casi llorando.
Señor detective, ¡¿qué diablos está sucediendo conmigo?!
Necesito un abrazo.
El detective le vuelve a dar un abrazo en la distancia.
D: No tengo ni puta idea de lo que te pasa mi amigo. Pero te juro que
voy a hacer todo lo posible para ayudarte a salir de esto...
W: Pensativo. Creo que ya no hay escapatoria. Somos dos
inmensas moscas pataleando en la telaraña. Siento mucho haberlo arrastrado a
esto señor detective. Es tan terrible.
Mira un rato al vacío.
Pero, ¿sabe?, al menos no todo es tan asqueroso.
Mire.
Mire sus miradas. Sus miradas son un poco las pisadas de mi hermana trayéndome
el chocolate caliente, el pan de canela y las galletitas de agua.
¿No lo cree usted así?...
Y creo que, aún a pesar de todo, nuestras miradas representan lo mismo
para ellos.
Se queda absorto mirando, casi que llora.
El detective lo mira sin comprender nada.
Luego de una pausa pregunta finalmente:
D: ¿Para quiénes?
W: Para ellos. Deja escapar una pequeña risita. Ellos
mi querido señor detective, que han estado allí en la oscuridad todo el tiempo,
allí, solitarios y acompañados, esperando escuchar los pasos esperanzadores en
algún momento, puedo ver los hálitos de sus respiraciones y puedo percibir sus
alientos cargados de la comida de toda una vida. Son tan pocos que no puedo
creer que existan.
Detective frunce el entrecejo, busca
por todos lados, enciende un cigarrillo con su encendedor de níquel o de
cobalto, sonríe un poco, tose.
D: ¿Quiénes W?, ¡yo no veo a
nadie!
W: ¡Oh!, sí… es que es difícil
verlos, pero están allí aunque sean casi sombras vistos desde aquí.
El detective se exaspera ligeramente.
D: ¡¿Dónde W, dónde W?!, te juro
que yo no puedo ver nada.
W: Allí.
Señala la platea.
D: ¡Ah! Ja ja ja ja ¡Que gracioso
W! Allí, ¿justo donde esta esa pared?, ja ja ja ja, ¡qué ideas tan risibles se
te ocurren W! ¿Siempre eres así? ¿Te da una crisis de histeria y luego te pones
bromista? Ja ja ja ja…
W: Y ni siquiera saben que también están inmersos en las redes ¡¡¡¡JA, JA,
JA, JA, JA!!!
D: ¡¡¡¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!!! Soy un detective de los nacidos
para perder, soy un detective muy que muy enamorado, demasiado,
¡JAJAJAJAJAJAJAJA!
Le da un ataque de tos. Se
tranquiliza. Respira
Muy a mi pesar no estoy de humor para
bromas W. Espero me disculpes.
Tose. Escupe algo de sangre.
W: Detective, eso no es normal.
D: No es nada W. Sólo una mala noche. Ya me recuperaré.
W se queda estupefacto una vez más.
¿Qué ocurre W?, no de nuevo W, ¿te
sientes bien W?
W está sudando con la tensión.
W: Necesito mi whisky señor detective, me quedaba un dedo y medio de
mi whisky… El detective busca el whisky. ¿En qué momento
desdichado llegué a esta fatal oscuridad? Me hubiera visto cuando empecé señor
detective, me dije voy a ser un escritor y me encerré. Era una mañana cálida…mi
mamá me trajo la primera comida sonriendo y ahora todo se ha convertido
en una pesadilla dentro de otra pesadilla dentro de otra pesadilla y dentro de
otra… pero yo estoy aquí viéndolo todo… señor detective… ¿usted no se irá
verdad?...
Detective le da el whisky a W. W bebe sediento su último dedo y medio de
whisky.
D: Pero por supuesto que desde luego que no W, ¿qué ideas se te
ocurren, ah?, me ayudaste a pagar a esos arrendadores, gracias a ti conservo mi
amada agencia “El Gato Negro”, herencia de familia... cuando ya nadie quería
contratarme, tú me contrataste… y ahora estoy aquí, contigo, comprometido
ética y profesionalmente. Ahora yo soy tu detective privado, pero sobre
todo tu amigo W. Y si los detectives privados no abandonamos jamás, menos
abandonamos los amigos.
Se dan un último abrazo en la distancia.
Ahora sí, veamos que hay en esa apestosa bañera.
…
Dijo Dios: “Haya lumbreras en
el firmamento celeste para separar el día de la noche, y hagan de señales para
las solemnidades, para los días, y para los años, y hagan de lumbreras en el
firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue. Hizo, pues, Dios
las dos lumbreras mayores: la lumbrera grande para el dominio del día, y la
lumbrera pequeña para el dominio de la noche, y las estrellas. Y las puso Dios
en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, para dominar en el día
y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que estaba
bien. Y atardeció y amaneció el día cuarto.
CAPÍTULO IV
EN BUSCA DE LA PUNTA DEL OVILLO.
El detective se pone sus guantes de látex y se acerca a la bañera, mira
con cuidado, con estilo, analiza los ángulos, los olores. Un plástico cubre la
bañera, lo levanta y continúa sus observaciones con la objetividad que debe
hacerlo todo detective. Sin saber por qué, recuerda los viajes de Marco Polo.
Piensa o dice:
D: Fanny: ya casi es mediodía. Afuera está nublado y continúa
lloviznando, típica atmósfera navideña y eso no deja de sorprenderme. Mientras,
estoy parado en el lugar mismo de los hechos, parado al lado derecho de una
bañera ensangrentada. La bañera estaba cubierta por un plástico, levanté el
plástico y hallé una red. La bañera está llena de agua putrefacta y en
ella flotan los restos de dos cuerpos mutilados. Pareciera ser que el asesino
se ha esforzado por imitar el crimen del Agamenón de Esquilo, un maniático fanático
de las tragedias griegas. No lo culpo. Me animaría a decir que el arma del
delito es un hacha. En cuanto a W, su comportamiento a lo largo de la mañana ha
sido el de un hombre terriblemente excitado. Aparentemente no tiene idea de lo
que está en su bañera. Asegura que ya hace varios días que no se
baña porque ni siquiera puede salir de su cama. Sin saber por qué, he
recordado los viajes de Marco Polo.
Fanny: ¿En qué pesadilla me he metido?
W: ¡¿Señor detective?!, ¡¿está todo bien por allí?!
El detective escucha a W, pero habla para sí mismo.
D: La araña ha sabido cómo engalanarnos para que entremos a su casa
caracolada.
W: ¡¿Señor detective?!, ¿está todo bien por allí?, no me haga asustar
por favor que estoy muy sensible.
Detective frunce el entrecejo, sonríe.
D: Pues W, yo no diría que todo está bien por aquí, diría todo lo
contrario en realidad.
Déjame decírtelo con un fragmento de la canción que tan bien conoces:
Querida amiga, ¿que yo puedo hacer para demostrarte
la cálida llama hogareña
encendida en mí y eternamente para ti?,
¡Hey tú, bienvenida!,
dentro mi despensa tengo de galletas, cajas,
golosinas, embutidos, empanadas
¿No quieres venir y tomar una rebanada?
W: ¡Oh no, no, amable señor detective!, eso sí que no podrá ser, he
oído de esa despensa y para nada la deseo ver.
Pausa incómoda.
A propósito, nunca me dijo si logró resolver quién le llevó mi
carta.
D: Claro que lo hice, ni siquiera necesité mucho tiempo para pensarlo.
W: ¿Quién fue?
D: Hermes, obviamente, el Dios mensajero griego, ¿quién más iba a ser?
W: Muy bien señor detective, ¡usted es el mejor!, siempre lo supe.
Detective sonríe melancólico, se acerca lentamente a W marcado bien el
sonido de sus zapatos en el suelo. Piensa en la navidad. Lo mira a los ojos.
Suspira. Baja la mirada, vuelve a mirarlo a los ojos y entonces dice:
D: W, quiero que seas sincero conmigo.
W: Eso siempre señor detective.
D: Hay cuerpos descuartizados en esa bañera, tanto que hasta sus
cráneos han sido descuartizados en varios pedazos y hasta he encontrado la
punta de un dedo meñique flotando a la deriva… Y tú dices que no sabes nada de
lo que pasó, y sin embargo, me pesa mucho tener que decirte que la lógica
indica que puesto que estuviste aquí todo el tiempo, eres tú quién descuartizó
esos cuerpos... no quiero presionarte W, sólo quiero que seas sincero.
W queda consternado y luego de una pausa susurra:
W: Prosa honesta, limpia clara… no lo olvides.
D: ¿Qué dices?
W explota, tapa su rostro con una almohada y grita.
W: No sé cómo usted es capaz de imaginar algo así, yo quiero ser un
artista no un asesino.
Solloza.
¿Pero cómo puede haber sucedido?... ¡Oh, Dios mío!
Detective mira un rato las luces de navidad a destiempo, el cuarto sucio
y desordenado, se da cuenta de que su nariz ya se ha acostumbrado a los malos
olores. Se pregunta por qué va a decir lo que va a decir.
D: Tranquilo W, te creo, claro que te creo. Sólo quería asegurarme, de
amigo a amigo, de que no me mentirías, claro que eso es absurdo, puesto
que en caso de que seas el asesino, y no estoy aseverando que lo seas, me
mentirías de todas maneras... así que no me queda de otra que confiar en
nuestra amistad.
W sólo lo mira asustado y aún
sollozando.
Reflexiona, mira la bañera, mira las lámparas, las grandes lumbreras y
las pequeñas, mira a W que parece un niño asustado sin su mamá.
D: Hay que encontrar un lugar por dónde comenzar, una punta de ovillo. Tú
debes saber algo W, estuviste aquí todo el tiempo.
W rebusca algo en su mente mientras va apaciguando sus sollozos.
W: Bueno, como le dije, he tenido estas varias pesadillas... y en
una de ellas había una mujer que me pedía ayuda, parecía desesperada, tanto o
más que yo, y me suplicaba que vaya a por ella… estaba asustada bebiendo
algo rojo, estaba en un café bar solitario, ófrico u órfico… creo recordar
el nombre de ese lugar… oh, sí, claro, ¿cómo olvidarlo? Era el “Blueberries Café
Bar”, ¿lo conoce?... ella estaba allí, pero no pude verla muy bien… y susurraba
cosas... como que cuide bien la información, que ella lo hacía por nuestro
bien, que corrija bien las cosas… señor
detective, yo ya no comprendo nada… no sé dónde he caído… pero quizá ella pueda
ayudarnos, ¿por qué no va a visitarla?... si no me equivoco su nombre es…
Fanny.
El detective mira atónito, asustado, sin poder creerlo.
D: ¡¿Qué dices?!, ¿estás seguro W?, ¡¿seguro de que su nombre es
Fanny?...
W: Sí señor.
D: ¿Frances Fanny Matilda Van de Grift Osbourne Stevenson?...
W: Eso no lo sé señor detective. Pero se veía perdida en el tiempo y
en el espacio si eso le ayuda en algo a usted y le da alguna esperanza.
D: La esperanza es lo último que se pierde mi amigo. Tendré que ir
inmediatamente.
W: Señor detective antes de que se vaya quiero decirle lo mucho que
agradezco y aprecio lo que usted está haciendo por mí… y quiero
prometerle que se lo voy a compensar de la mejor manera ¿sabe?, aparte de
sus honorarios quiero decirle que yo le…
D: Luego hablamos de eso W, debo ir, ahora mismo…
Sale apresurado, esperanzado, casi en llantos invisibles. W se queda
sólo…
W: ¡Usted es un gran hombre señor detective!, ¡un hombre noble como
pocos, digan lo que digan los demás!, ¡vaya con Dios y cuídese mucho!
Apagón.
...
Dijo Dios: "Bullan las
aguas de bichos vivientes y revoleteen aves sobre la tierra contra la haz del
firmamento celeste." Y así fue. Y creó Dios los grandes
monstruos marinos y todos los seres vivientes que bullen serpeando en las aguas
según su especie, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que estaba
bien. Los bendijo Dios diciendo: "Sed fecundos y multiplicaos y
llenad las aguas de los mares; y multiplíquense las aves en la tierra." Y
atardeció y amaneció el día quinto.
CAPÍTULO V.
“BLUEBERRIES CAFÉ BAR”
En la mesa está una mujer que parece sacada de una novela de detectives. Mística.
Mira el vacío. Bebe un licor de cherry.
Parece llorar pero está sonriente y su mirada extraviada pareciera querer
encontrar extraviadas olas de mar.
El detective se quita el sombrero y temblando, emocionado, al borde del
llanto y hasta podríamos decir de un infarto, se acerca a ella. Apenas puede
articular palabras.
D: Señorita, disculpe… buenas tardes… estoy tan feliz de conocerla.
Fanny sólo lo mira.
En la radio del “Blueberry café bar” suena una canción y el detective se
pone más nervioso aún. Ella es una muñeca absorta en sus pensamientos.
D: ¡Qué bella es usted!, ¡oh señorita!, he estado esperando toda mi
vida para poder conocerla. Permítame bailar con usted esta canción, sólo
esta canción, sea usted amable por favor, y no la molestaré más…
Fanny mira al detective por un momento, sonríe, le causa gracia, le hace
un gesto de no con la cabeza.
D: Disculpe, no quise molestarla, claro… no se preocupe… En realidad
estoy aquí por un amigo... está en graves problemas… ¿puedo sentarme un
momento?... ¿sí?, por favor, sólo serán cinco minutos.
Fanny asiente y con su mano hace la señal de “sólo cinco minutos”.
D: Muchas gracias… lamentablemente y debido a la gravedad de ciertos
sucesos, no puedo decirle la situación exacta de este mi amigo, sólo puedo
decirle que lo estoy ayudando y que la verdad... es muy extraño todo esto… pero
este mi amigo me dijo que usted está aquí, que la viniera a buscar, que tal vez
usted podría ayudarnos y ser una punta de ovillo, que usted se le apareció en
sus sueños pidiéndole ayuda… y él me habló de este precioso pero melancólico
“Blueberries Café Bar” porque también lo vio en sus sueños y bueno… señorita…
disculpe estoy muy nervioso… señorita… usted… ¿usted frecuenta mucho este
lugar?, quiero decir… ¿frecuenta a menudo “Blueberries…?
Fanny saca un cigarrillo, el detective se lo enciende con la mano
temblorosa con su encendedor de níquel o cobalto. Aspira el humo, toma algo de
su copa, cruza las piernas se arregla el pelo, mira al vacío, mira al
detective.
F: ¿A qué te dedicas, niño?
El detective tiembla, suda, desfallece. El paroxismo absoluto. Pero a
medida que describe su oficio va tomando coraje, habla rápido, efusivo.
D: La verdad, verdad, señorita... soy un detective… un detective de
esos que ya no existen, de los de gabardina sucia y traje malgastado, de los
que a la hora de resolver un crimen no les interesa el resultado, de los que disfrutan
con el olor de madera vieja del viejo escritorio, de los que se van a beber y
pierden el maletín con todas las pistas, de los que disfrutan más el proceso de
investigación que el hecho banal de hallar al asesino, de los que entienden las
razones de los asesinos, aún por encima de las de los asesinados, porque soy un
detective que ama el proceso, y no me importa enredarme en pistas falsas, y falsos
objetos, no me importa seguir al sospechoso equivocado una y otra vez, aún
sabiendo de antemano quien es el culpable, no lo perseguiría, y es que soy uno
de esos detectives que ya no existen, soy un detective de esos tangueros, un
jazzero, un bastardo, una blasfemia con sombrero, de los que tienen miedo a
morir, de los que se quedan en el camino si la pista es, por ejemplo, una
deslumbrante pipa antigua de madera o una nuez o avellana gruesa, de los
que no siguen investigando, sino que, al contrario, se quedan estancados por el
miedo al fracaso, de los que duermen de día y tienen miedo de investigar de
noche, de los que, una vez que lo descubren y si es que lo descubren, se hacen
amigos del culpable, en vez de encerrarlo, y lo defienden e incluso entienden
sus razones y se enamoran de éste, soy un detective de los inexistentes ya,
pero existo, de los que una vez resuelto el caso desean que el criminal sea su
violador y asesino, soy un detective fracasado que ha estado buscando toda la
vida el amor de su vida y y tú ni me llamaste y tú ni me recordaste y tú ni me
escribiste...Fanny...
Suena una nueva canción en la radio del viejo “Blueberries Café Bar”, y
el detective y Fanny bailan sentados sin bailar, meciendo imperceptiblemente
sus caderas, sus cuellos, sus hombros, sus cabezas, sus labios, sus ojos, sus
cerebros. Al detective le da un ataque de tos.
W acepta su destino.
El detective vuela en sus
pensamientos.
W: Señor detective, ¿debo aceptarlo verdad?
D: ¿Qué cosa W?
W: Mi mamá y mi hermana… ya no van a volver…
Mirando a la bañera.
D: No lo sé W. Esos cuerpos de la bañera son irreconocibles.
W: Dígame la verdad…
El detective duda largo rato antes de responder.
D: La verdad… es que lo dudo mucho… W… lo siento.
W llora desconsoladamente.
W: ¿Quién pudo ser el hijo de puta, señor detective? Solloza
más, grita, se araña el rostro y jala sus cabellos. ¿Cómo puede
existir alguien tan enfermo, tan malvado y tan psicópata señor detective?...
D: No lo sabemos W, simplemente coexisten con nosotros. Tú y yo
podríamos haber nacido psicópatas y seríamos los repudiados. Supongo que si
fuésemos ellos no podríamos hacer nada, porque bueno, seríamos simplemente ellos,
destinados de alguna manera. Es una cuestión cerebral, un circuito extra, una
descarga más, una descarga menos, y nuestras vidas son tan fluctuantes, tan
mudable es el destino de los hombres, ahora estamos bien y mañana quién sabe,
una especie de Dios entreteje nuestras aventuras y nos destina a ser tal o
cual, es difícil, pero a veces pienso que si yo hubiese nacido Hitler, por
ejempolo, nada hubiera podido cambiar ese hecho, así como si hubiese nacido un
violador o un asesino o un político, y es aterradora la idea, es decir, si hubiera
nacido cualquiera de ellos, hubiese sido ellos y ya, porque nadie me va a
negar que existieron, y que fueron lo que fueron y aunque yo fuese un ángel de
bondadoso en ésta mi personalidad, en ésta mi conciencia, no podría traspasar
ésta mi conciencia de ángel bondadoso a la otra conciencia malvada porque si
fuese esa otra conciencia ya no sería ésta, no habría forma de que dijera
¡oh! rayos estoy haciendo mal esta violación, este asesinato, no lo aprueba mi
conciencia de detective, una voz de un ser que me llega de lejos de manera
paradoxal… no… eso es imposible y entonces si yo fuera ese asesino, con esas
condiciones de vida sería ese asesino no más y lo mismo en el caso de ese
violador, de ese psicópata… esa Borgia, ese Mussolini, esa Agripina, ese Nerón,
esa Clitemnestra y ese Agamenón… todos ya muertos, ya hechos inevitablemente,
existidos pese al pesar, quién eres tú W para juzgar, ¿acaso puedes tener la
insensatez de decir, no, si yo fuese Calígula no sería Calígula, sería el
buenito de W nomás?... ¿qué clase de idea tan imposible y estúpida es ésa?
Sollozando ya menos, casi dormitando.
W: Para usted es fácil decirlo señor detective, porque no le han
matado una madre y a su hermanita.
W se duerme acurrucado con su muñequita, y el detective se queda
pensativo, entretejiendo sus propias teorías.
Riddles in the night.
El detective ha ido dejando sus
notas colgadas, hiladas por todo lado.
D: Quizá mucho de lo que W me ha descrito resultaría inconcebible para
muchas personas: visitas de Dioses griegos, telarañas inmensas, escritores y
personajes del pasado que planean asesinarlo. Su último delirio consiste en que
según él la propia Literatura lo va a asesinar si no se apresura. O el Arte
mismo. Y yo trato de no escucharle, de no hacer caso a las sandeces que dice. Sin
embargo no puedo evitar sentir una sincera emoción porque acaso lo que me diga
sea cierto en alguna medida.
De todos modos he apuntado las que a mi juicio son los posibles
culpables, no son muchas opciones, pero algo es algo.
Revisa sus infinitas notas.
Primera, la asesina fue Clitemnestra, y los cuerpos allí son los de
Casandra y Agamenón, segunda, fue W y los cuerpos allí son de alguna novia y de
su amante, o de su mamá y de su hermana, tercera, W es un fantasma y su cuerpo
yace en la bañera junto a su amante, y entonces una novia celosa es la asesina,
o cuarta, W yace allí con su novia, y la amante es la asesina, o quinta,
yacemos allí yo y W y, de nuevo, la novia celosa nos ha matado, o sexta yo
yazco con su novia y W nos ha matado, o séptima, efectivamente es como dice W y
por culpa de sus malditas redes y sus malditas invocaciones a los héroes
literarios estamos en la bañera atravesados sin piedad y sin miembros. Y
todas, modestia aparte, son posibilidades hermosas.
W abre sus ojitos.
W: O tal vez sean todas esas posibilidades en una sola, señor
detective.
D: ¿Así que estabas escuchando?
W: Llegué a escuchar la última parte entre somnolencias.
D: ¿Y no estás enojado por qué te incluí en mis posibilidades?
W: No, porque creo que simplemente está divagando… Y además, pienso
que usted está loco…
D: ¿Yo estoy loco?, y qué tendría que decir yo de ti, entonces, señor
Hermes, el mensajero?
Se ríen. Pausa. Se miran. Pausa… W ahora parece hablar con la ternura de
una flor excitada y radiante, susurra casi caprichosa, casi voluptuosa.
W: Además… no tengo novia…
Se miran largo rato a los ojos, nerviosos, un extraño ambiente los ronda,
aureolas de rosas y, a pesar de estar lejos el uno del otro, parecen dispuestos
a besarse en cualquier momento. Acercan sus brazos, los levantan, entrelazan
sus dedos. Un ruido, un trueno, un algo, hace que el detective tome conciencia
de lo que sucede y a pesar de que quiere dejarse llevar se aparta, nervioso, y ambos
disimulan mal, tal momento de incomodidad. Pausa.
W: ¿Y hasta ahora no me contó cómo le fue con Fanny?
D: Encontré una Fanny que se río mucho con lo que le conté y que me
dijo que no tenía ni puta idea de lo que le hablaba.
W mira a la vez ilusionado y a la vez decepcionado.
W: Entonces tal vez mi muerte está más cerca que nunca. Bueno,
hicimos lo posible, ¿no cree usted?
D: W, yo soy tu amigo, ya no me trates
de usted.
W: No puedo evitarlo señor detective,
cada vez me siento que soy un niño más y más pequeño y más y más
asustado, sólo que con la conciencia adúltera de ser un niño,
D: Tranquilo W, esta noche volveré a ir a "Blueberries Café
Bar." Esta historia aún no ha terminado.
…
Dijo Dios: "Produzca la tierra seres vivientes según su especie:
ganados, sierpes y alimañas, según su especie." Y así fue. Hizo pues Dios
las alimañas según su especie, y los ganados según su especie, y toda sierpe
del suelo según su especie. Y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: "Hagamos el hombre a imagen nuestra, según nuestra
semejanza, y dominen en los peces del mar, en las aves del cielo, en los
ganados y en todas las alimañas, y en toda sierpe que serpea sobre la
tierra" Y creó el hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó; macho y
hembra los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sed fecundos y multiplicaos, y
llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del
cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra." Dijo Dios: "Mirad
que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra
y todo árbol que lleva fruto de semilla: eso os servirá de alimento. Y a todo
animal terrestre, a toda ave de los cielos y a todo ser animado que se arrastra
sobre la tierra, les doy por alimento toda hierba verde." Y así fue. Vio
Dios todo cuanto había hecho, y de aquí que estaba muy bien. Y atardeció y
amaneció el día sexto.
CAPÍTULO VI
CASANDRA.
D: Esta noche
está más bella que nunca.
F: Las despedidas nos hacen así… mañana
a estas horas estaremos alejándonos el uno del otro… mirando hacia atrás
como Orfeo para perdernos.
D: Déjeme ir
con usted, se lo ruego.
F: Eso no es poético detective. Además… no puedes abandonar a tu amigo… y no tienes dinero.
D: ¿Dónde se
va?, no se vaya sin mí, mañana resolveré finalmente el
caso, déjeme ir con usted.
F: ¿Por qué me sigues tuteando aún después de que hicimos el amor?
El detective llora ríe ante la respuesta que va a dar.
D: Es porque me siento un niño, uno abandonado y más pequeño cada día que
pasa, sólo que con una conciencia adúltera de esa niñez. Y este niño te ruega
que no me abandones por favor.
F: ¡Niño! …
soy diez años mayor que tú, ¿cómo puedo yo confiar en un niño inestable como
tú?… conociéndote, sé cómo acabaría esta historia… llegaríamos a una playa y
allí, luego de 14 años, morirías víctima de tu enfermedad, no sin antes llamarme
campesina ignorante, y luego me dejarías sola… no podría soportarlo, es mejor
así…
El detective está que se parte, no escucha razones.
D: Por favor
lléveme… se lo suplico... no miraré hacia atrás.
F: Soy un
mujer casada detective… estoy pasando por un momento difícil, mi esposo está
muriendo y no estoy con él, estábamos haciendo los trámites del divorcio, ya no
nos soportábamos, y entonces él cayó enfermo, ¿cómo se supone que debo sentirme
al respecto?... Mañana en la noche parto a California para encontrarme con él…
ni siquiera sé lo que va a suceder.
D: Iré tras
de usted…
F: Tengo tres
hijas detective… ¿las aceptarás acaso?...
D: Por
supuesto.
F: Siempre
dicen eso, pero ya en la convivencia es otra cosa, eso es sabido, no es culpa
de nadie, es simplemente nuestra naturaleza.
Detective se queda en silencio.
Mañana será nuestra última cita detective, ya está decidido, no
discutamos y disfrutemos estas noches que nos quedan.
D: Nunca me
separaré de su lado, he esperado veintisiete años de mi vida para encontrarla.
La radio de “Blueberries Café Bar” fiel a su estilo, pone música para el
momento.
El detective y Fanny bailan, fuman, beben, hacen el amor, vuelven a
bailar, beben más, vuelven a hacer el amor, y todos en “Blueberries Café Bar”
aplauden y, beben y celebran su amor. Por las ófricas y órficas ventanas del
“Blueberries Café Bar” se vislumbra la resaca de un amanecer. Y los cuerpos están
adormecidos. Beben más y repentinamente
Fanny entra en estado de trance, su mirada se pierde como buscando olas
perdidas de mar, como buscando a un hijo que se le ha muerto, una hija que se
la han asesinado, una patria de la que ha sido extraída. Se sientan de nuevo,
ella mirando con odio y terror y el detective mirando asustado.
D: ¿Qué
sucede?... ¿Se siente bien?...
Fanny susurra y va hablando cada vez más alto. Voces profetas hablan a través
de Fanny que por un momento deja de ser Fanny.
CASANDRA:
¡Apolo,
Apolo! ¡Conductor destructor mío!
En trasfondo, W escucha atentamente a su muñequita.
D: ¿Apolo?
¿Qué sucede Fanny?
CASANDRA:
¡Ay,
ay! ¡Dioses! ¡Horror! ¡Apolo! ¡Apolo!
El detective también se siente ligeramente trastornado.
D: ¿Por qué
invoca al Dios que nunca acude dónde hay llantos?
CASANDRA: Apolo conductor, mío de nuevo me has perdido sin remedio. ¿A dónde me
llevas?, ¿a qué morada? ¡Ah! a la
casa odiosa a los dioses, testigo de muchos crímenes dentro de la familia, de
desmembramientos; un matadero de gente, un suelo empapado en sangre.
¡Ah!, humanidades que lloran su degüello, carnes asadas devoradas por un
pérfido.
¡Oh dioses! ¿Qué se prepara? ¿Qué es este nuevo y gran dolor? Un gran
mal se trama en esta casa, insoportable para los amigos, incurable, y el
socorro está lejos.
¡Oh miserable! ¿Vas a terminar esta acción? Al pobre hombre que consigo
mismo comparte su propio lecho, después de haberlo lavado en el baño... al de
los Dioses juguete, ¿cómo diré el final?
D: ¿¡Fanny,
qué sucede!?, ¡no entiendo nada!; ¿por
qué habla con oscuros oráculos y enigmas?
CASANDRA: ¡Otototoi!
Eh, eh, oh, oh! ¿Qué es esto que aparece? ¿Es una red de Hades? Es
Clitemnestra que ahora va a por tu amigo, ¡cuán insaciable, cuán confusa! ¡Ah,
ah! ¡Ahí, ahí! Aparta el toro de la vaca. . La tragedia de la bañera sangrante
os relato
¡Ay, ay, desgraciada!, ¡malhadada suerte mía! Lloro mi propio dolor y lo
vierto también a la copa. ¿Con qué fin me has traído aquí, desdichada de mí? No
a otra cosa que compartir la muerte, sin duda.
El cuarto exhala un olor de muerte y de sangre derramada.
D: ¿Cómo es
ese olor?, ¿huele a soledad?, ¡¿es W?!, ¡oh no!, no debí abandonarlo, seguro
está muerto... ¿el hacha ya ha caído sobre su cabeza?, dime, ¿se refiere a él?,
¡dígame por favor!
CASANDRA: ¡Oh! Infames
muertes veo, huele a sangre. Es un
hedor como el que sale de un sepulcro.
El detective sale corriendo con la
esperanza de ayudar a W, aunque sabe, en su fuero interno, que es demasiado
tarde.
Casandra se queda sola mirando su
copa, con los ojos abiertos, y grita más fuerte que antes.
En soledad, clavada de agonía, vivo mientras la voz
clama y augura por carecer, para mi desventura, de credibilidad mi profecía.
Qué locura tener a un sordomudo por vigía. Oigo el grito de horror en cada
canto, detrás de la sonrisa veo el llanto, en la opulencia el fuego destructor. ¿A qué
fin se me han dado estas visiones? Soy la Sibila de las destrucciones, considerada
menos que un rumor. Con todo no han de dejarme morir impune los dioses,
vendrá un tercero, un vengador, asesino, retoño de su madre, y que pedirá las
cuentas por la muerte de su padre. Quiero decir aún unas palabras, no entonar
lamentos por mi vida. ¡Ay la fortuna humana!, si es dichosa una sombra semeja,
y si es infausta húmeda esponja todo el cuadro borra y esto es más que aquello
lo que siento.
En tanto, el detective ha llegado al cuarto de su cliente y amigo W,
roto en llantos, gritando ¡W! hasta quedar afónico. Para su alegría lo
encuentra escribiendo plácidamente en su camita. Está más niño que nunca.
Amores de un detective.
W: ¿Qué
ocurre señor detective, por qué la agitación?
D: W estás a
salvo… estás a salvo W.
El detective se acerca hasta la cama y se sube encima y abraza y llena
de besos a W.
D: ¡Condenado
demonio estás bien y a salvo!
W: ¡Oh señor
acaba de olvidarse de las redes, nunca más podrá salir de esta cama!...
D: ¡Al diablo
con eso W!, tuve una visión horrible en la que te acercabas a tu bañera y eras
mutilado por una loca de la mitología…
W: ¿Esta ebrio
señor detective?, ¿cómo voy a hacer eso si le dije que no puedo salir de esta
cama ni un momento? Apenas si alcanzo las basinicas… Pero bueno… si me mutiló
en la bañera seguro era una loca hermosa.
D: ¿Cómo has
estado querido amigo W?...
W: Como
siempre, un poco asustado, mi querido señor detective, y bastante perdido, pero
es normal supongo, esto de no saber que escribir y de bloquearse
inevitablemente, pero aunque no lo crea esta mañana me he levantado viendo el 8
y 1/2 de Fellini y mis ganas de escribir han vuelto renovadas, seguro más allá
las perderé de nuevo y de nuevo descubriré que nada tiene sentido, pero
entonces seguro veré uno de esos documentales sobre la vida de Proust y mis
energías se renovarán de nuevo, no hay final querido señor detective, esta
montaña rusa no tiene final, es al mismo tiempo una tortura y una bendición, te
da razones de vivir y te las quita, ora te sientes que serás capaz de ser el
mismísimo Cervantes, ora quedas desconsolado y te sientes la peor basura
pretenciosa que haya podido concebir Dios.
D: Noto que
eres muy creyente W.
W: De hecho
señor detective creo en todos los dioses y a todos los temo, ¿cómo sino podría
hacer el amor con tantos y tantos libros escritos en base a estas mitologías?,
¡no hay manera!, es necesario un grado de misticismo señor detective, así en la
vida real no sepamos un carajo de lo que sea Dios, eso es lo de menos, es más
importante allí en la terrible infinitud de hojas de pensamientos traspasados desde
hace más de dos mil años, así es como yo lo veo señor detective, pero lo digo
tan rústicamente que no puedo pasarle si quiera un mínimo del porcentaje de
asombro que toda esa idea me provoca..
D: Me alegra
verte de buen humor W, me vas a hacer llorar más aún…
W: Llore si
puede señor detective, es hermoso llorar… y qué mejor razón que este mi
optimismo, aunque temo decirle que es bastante pasajero, luego estaré otra vez
tocando fondo… ¿sabe qué?... Sentiría tanto tener que haber trabajado tanto
para no lograr acabar y dejar mi obra a medias. Tengo tantas ideas en mi cabeza,
bueno quizá no tantas, quizá la mitad o la cuarta parte de las que tenía Proust
seguramente, y sin embargo eso ya es bastante, y mi nuez está latiendo, pero el
hacha está cerca, sólo me falta saber cuándo caerá, si ahora o más tarde. Por
ahora en esta obra sólo muestro redes
sin sentido, me costará años mostrar la telaraña completa algún día y no
sabemos si lo lograré, mientras, vivo entonces en constante espera… Hoy me siento mejor, sí, pero dicen
que eso suele ser el preámbulo al ataque definitivo de un malestar…no quisiera
morir señor detective, de veras que no quisiera morir… si un día logra ver al
Illimani en los mares de Vailima, piense en mí…
Acercan sus rostros, rozan un
beso con sus labios.
…
Así
fueron concluidos los cielos y la tierra con todo su aparato, y el día séptimo
cesó Dios de toda la tarea que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo
santificó, porque en el cesó Dios de toda la tarea creadora que había
realizado.
Estos
fueron los orígenes de los cielos y la tierra cuando fueron creados.
CAPÍTULO FINAL.
LA TRAGEDIA DE LA BAÑERA SANGRANTE OS RELATO.
Tusilala y Aolele.
Acaban de hacer el amor y Fanny está a punto de partir, el detective
está desolado, no puede creer que la tiene que perder.
D: Nos volvimos
locos anoche.
F: Tú te
volviste loco.
D: Tú te
volviste loca. Creo que dijiste algo de que W iba a ser asesinado.
F: ¿De verdad?... No lo recuerdo…
D: Desperté echado al lado de W, durmiendo, con una resaca de los mil demonios.
F: ¿Y cómo estaba?
D: Bien por suerte.
Pausa.
F: Lo siento, no recuerdo nada, bebimos
demasiado…
D: Bebimos demasiado.
F: Sí. Bebimos demasiado.
D: ¿No recuerdas nada?
F: Recuerdo un temblor.
D: Es que bebimos demasiado, perdimos el control
Pausa.
D: Ahora le llevaré un whisky y
hamburguesas que tanto le gustan como regalo adelantado de navidad.
F: ¿Y él no trabaja?, ¿a qué se dedica?,
nunca me dijiste a qué se dedica…
D: Ahora dice
que quiere ser escritor, pero creo que antes hacía teatro.
F: ¿Ah sí?,
de niña yo tuve un profesor de teatro…
recuerdo una ocasión en que comenzó a acariciarme, nos quedamos solos en
el aula él se acercó y acarició bajo mi vestido, llegando a frotar mi vagina,
frotándola tan fuerte… recuerdo sus hombros moviéndose horriblemente…
D: Las
simetrías de la vida… pero no, este teatrero es todavía relativamente joven,
bueno… ya va a tener treinta… sin embargo cuando compartes tiempo con él, te
das cuenta de que es un poco más que un niño. Le prometí que hoy limpiaríamos
definitivamente esa bañera y saltó como loco… pobre, nunca supimos quién fue el
desgraciado que asesinó a su madre y a su hermana.
Fanny mira incrédula. Sonríen. Pausa. Se miran. Pausa. Un beso.
F: Bueno, es
hora de subir al tren. Saluda a W de mi parte y cuídense.
D: Te
alcanzaré lo juro. Ahorraré y tendré dinero para alcanzarte…
Fanny tan sólo sonríe. Lo besa.
F: Adiós,
detective Stevenson.
D: … Adiós Fanny.
F: Tusilala.
D: Aolele.
Detective se queda llorando en
la estación viendo a Fanny alejarse y como traída por encargo desde
“Blueberries Café Bar” llega una triste melodía.
Matar es una obra de arte.
En el
cuarto W duerme abrazado a su muñeca. Una alfombra roja se ha extendido desde
la cama de W hasta la bañera sangrante. Lentamente entra Fanny vestida de
Clitemnestra. Sus ropajes son espectaculares. Tiene un hacha gloriosa. Mientras
camina dice:
CLITEMNESTRA: Ahí lo
tienen ciudadanos, honra y prez de la Argólida. Ciudadanos, no me voy a
avergonzar de dar, en vuestra presencia, muestras del amor que siento; que con
el tiempo declina en el mortal el pudor. Y sin haberlo aprendido de terceros,
contaré la vida que yo he llevado durante el tiempo en que estuvo mi esposo al
pie de Illión. Primero, para una esposa es ya un tormento sin par estarse en
casa sentada sola y sin la compañía del marido, toda suerte de desalmados
rumores escuchando; que uno viene a traer malas noticias, y después, otro, con
nuevas peores y, así, van todos anunciando mil desgracias para la casa. Y si
tantas heridas él recibiera cual, por diversos conductos, traían hasta mi casa
los rumores, bien podríais decir que más agujeros tiene que una red.
W despierta poco a poco con la
recitación de Clitemnestra.
W: Qué honor tenerla en mi casa Señora.
La he estado esperando tanto tiempo…
¡oh!, ¿quién puso esta alfombra
tan bonita?
CLITEMNESTRA: Yo la puse. Para ti.
W: ¡Qué linda tela!
CLITEMNESTRA: ¿Hace cuánto que no tomas
un baño?
W: ¡Uh!, hace mucho señora, llevo tanto
tiempo sin poder salir de esta cama.
CLITEMNESTRA: Pues los días de mugredad
se acabaron, ven pequeño vanidoso, vamos, salta, salta… hemos puesto esta
alfombra, bordada por dioses sólo para ti. Ven a la bañera, es hora de un baño…
W: ¿Ya no hay telarañas ni redes?
CLITEMNESTRA: Todas yo las tengo.
W: ¿Eres tú mamá?
CLITEMNESTRA: ¡Bah!, no vengas con bromas caballerito...
Mira, las mejores túnicas las hemos preparado para ti, y ésta que ves aquí, es la alfombra de la gloria y
sólo tú puedes pisarla.
W: ¿No ofenderé a los Dioses?
CLITEMNESTRA: ¿Ofenderlos?, al
contrario, Zeus se ofenderá si no la pisas, tenlo por seguro.
W: ¿Habrán cámaras, recepciones,
invitados, artistas, políticos?
CLITEMNESTRA: Todos esperándote
querido, para rendirte honores.
W: ¿Tanto éxito ha tenido mi obra?
CLITEMNESTRA: ¿Y aún lo preguntas?,
todo el país esperaba con ansia su realización, fueron muchos años de espera y
dolor.
W: Entonces ahora sí yo creo que me
merezco un baño, ¿no?, qué bueno porque
ya me están saliendo escaldaduras.
CLITEMNESTRA: Y con los mejores perfumes.
Ya apúrate, que el agua se enfría.
W: ¿Puedo llevar a mi muñeca Casandra?
CLITEMNESTRA: Pero por supuesto, mejor
todavía.
Clitemnestra lame el hacha baila, hermosa, fría, transparente,
vengativa. Mística.
W se alista para un baño reconfortante y calentito.
Se dispone en la bañera.
Clitemnestra le echa agüita tibia de manzanilla.
Le besa y se deja acariciar y acaricia, todo con obscenidad.
Echa la red encima de W.
W saca su cabeza por uno de los huecos de la red y dice.
W: Señora, quiero decirle que usted es lo mejor que me ha pasado en toda la
vida. Admiro su coraje y lo que le hizo a ese marica de Agamenón, ¡usted es una
mujer valiente señora! ¡Una gran mujer!, ¡digan lo que digan! ¡Viva el fracaso!
Clitemnestra pinta sus labios de cherry, se pone su diadema de reina,
sonríe.
Blande el hacha y explotan nueces y avellanas.
La bañera sangra de nuevo.
En la radio de “Blueberry Café Bar” ponen una canción que resuena hasta
en la habitación de W.
Clitemnestra sale con el hacha sangrante y su vestido trasparente
salpicado.
CLITEMNESTRA: Y si antes dije palabras que exigía este trance y ahora lo contrario
proclamo, no voy a sentir rubor. Pues, ¿cómo el que prepara acciones enemigas
contra sus enemigos que fingen ser amigos, podría tender los hilos de la
perdición a mayor altura que su salto? Este encuentro no he dejado de meditarlo
hace mucho, y ya llegó la hora del triunfo final, ¡tras tanto tiempo! Aquí me
yergo, do descargué el golpe ante mi víctima, y obré de tal manera, no
os lo voy a negar, que no ha podido ni huir ni defenderse. Una red sin salida,
cual la trampa para peces eché en torno a su cuerpo, y cae en la bañera. Sin
piedad comencé a destruir la pérfida riqueza del ropaje de un hombre lleno de
perfidia. Lo golpeo dos veces, y allí mismo entre un grito y un grito se
desploma. Cuando está ya dentro, un tercer golpe le doy, ofrenda a
Hades, protector de los muertos. Ya hundido y tajeado profundamente su espíritu
exhala, vomita un gran chorro de sangre, y me salpica con las negras gotas de
un sangriento rocío, y me mojo alegre como las mieses al recibir el agua fértil
de Zeus y fruto de mi excitación explosionan orgásmicas y en chorros mis
amables espigas. Así están las cosas, ancianos venerables de Argos; podéis
regocijarnos si os place; y sino, no se preocupen, que yo me ufano de ellas,
nada me importa el que aprobéis o condenéis mis actos. Este es Agamenón,
cadáver ya mi esposo, muerto a los golpes de mi mano, digna obra de un experto
artista. He dicho.
Cansada abraza el hacha lame la sangre y baila.
Vailima.
Llega al cuarto, busca a W, no
está.
D: ¡¿W?!, ¿ya
aceptaste que no estabas atrapado por las redes?... Limpiemos la bañera y vamos
a beber como cosacos al “Blueberries café bar”... ¡¿W?!
En la cama de W está su muñeca
Casandra desmembrada y encima de su cabeza partida encuentra una carta.
Escupitajos de sangre. Lee.
“Gracias
por todo señor detective. Pero finalmente tuve que hacerlo. Usted mismo sabía
que no podía ser de otra manera… pues ya era demasiado, y yo muchas veces me lo
dije: con estas cosas no se juega chiquillo, ¿¡vas a zambullirte a hacerlo o
no!?... y entonces decidí partir en busca de la poesía. Un abrazo señor
detective. Allí, en la mesa, le dejo lo que le prometí y que ya no pude decirle
cuando salió en busca de Fanny. Es la herencia de mi madre. El señor Robert
Louis Stevenson me visitó en sueños y me dijo que el máximo sueño de usted es
conocer Vailima, espero contribuir un poco a ese sueño. Nos
vemos en Blueberries...”
Atte.: W.
The spider
and the fly.
El
detective desconsolado no puede más que cantar los últimos versos.
La araña simuló volver a su guarida,
Sabía que la estúpida mosca volvería,
Una red sutil tejió en el rincón de la
astucia
Lista la mesa para a la mosca degustar
Y muy alegre la taimada se puso a cantar:
“Aquí, aquí, mosquita de nacaradas alas,
Tan verdes y purpúreos tus aterciopelados
pelos-
Tan de rubí tus ojos y los míos tan cobalto
apagado
Y ¡zum, zum!, rápido llega la ingenua,
Halagada, adulada, al rincón de la astucia
llevada por sus propios revoloteos,
En el aire dibujando zumbidos, cada vez más
cerca del final,
Embebida en sus propios ojos de rubí, sus
colores púrpuras y verdosos,
Una mariposa según ella, narcisa mosca ¡pobre
ingenua!
Finalmente saltó la astucia y la
violencia de la araña
Inoculada la mosca fue llevada a los últimos
pisos de la casa caracolada
A una guarida con olor a soledad, a carne
podrida,
a muerte, a sepulcro, a sangre derramada...
Un saloncito elegante, sí,
pero sin un Dédalo que la ayude a salir.
Se queda tarareando un desgarrador jazz, con la mirada perdida, mientras
que ya llega de nuevo oportuna una melodía desde el “Blueberries Café Bar”
Poor Wy, bye fly…
The end.
VERSIÓN FINAL PARA IMPRIMIR.
[Del 13 al 20 de octubre de 2016, a sus 27 años,
Winner Antonio Zeballos Torrejón llevó a cabo su performance “Jamás Leído” en
el marco de la Bienal SIART de aquellos días ahora lejanos. Su performance, consistía
en encerrarse en su cuarto (echado en su cama, sin hablar, levantándose sólo
para ir al baño y comiendo sólo lo que le pasara su familia) durante siete días
en un proceso de escritura “non – stop” tras el cual daría luz a su nueva obra.
A las 18:00 hrs. del jueves 20 de octubre se hizo la primera lectura pública y
desde entonces el texto no ha cambiado. Lo que usted va a apreciar ahora es el
resultado de esos siete días].
This is the end.
Seguimos corrigiendo, poniendo y quitando el tiempo se acaba ahhhh!!!!
Entonces la cámara orgásmica se va alejando y queda una nuez o una avellana intacta.
en las que como un Dios juego a poner orden al caos.
“Estoy seguro, querida mosquita, de que debes estar cansada,
VERSIÓN FINAL PARA IMPRIMIR.
“El bien mejor del hombre es no haber nacido, y el
segundo, regresar cuanto antes al punto de partida. [Sófocles a sus 90 y tantos
años].”
Win Zeballos,
presenta:
“LA TRAGEDIA DE LA BAÑERA SANGRANTE.”
Con textos del Agamenón de Esquilo.
Octubre – 2016
En el principio creó Dios los cielos y la
tierra. La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas cubrían la superficie
del abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las
aguas. Dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y
separó Dios la luz de las tinieblas. Llamó Dios a la luz “día”, y a las
tinieblas llamó “noche”. Y atardeció y amaneció el día primero.
CAPÍTULO I
HISTORIA DE UN TEATRERO SNOB.
Un cuadro: un
leñador quiere partir, con su hacha, una nuez o una avellana. Todos se asustan
pues tienen la idea de que antes los leñadores no se mataban tan fácilmente en
sus propias casas. Pero el leñador no quiere matar a nadie solo quiere partir
una nuez o una avellana. Y el leñador levanta su hacha dorada. Todos salen a
mirar, quieren saber si lo va a lograr. Y todo se congela y la cámara nos acerca a la nuez o avellana y
explotamos en un orgásmico caos: vemos a
Freddy Mercury que mira la avellana en un cuadro de Richard Dadd que tiene un
Sueño de una noche de verano con Shakespeare y su Romeo, y la Julieta de su
Romeo lee a Príamo y Tisbe que leen a Tristán e Isolda, que son leídos por
Onetti fumando en su cama, que es leído por Octavio Paz que, luego de
escribir una reseña sobre el cuadro está junto a Borges dialogando en una
catedral de México, y todo visto desde las redes de la tecnología.
Entonces la cámara orgásmica se va alejando y queda una nuez o una avellana intacta.
Entonces la cámara orgásmica se va alejando y queda una nuez o una avellana intacta.
: El autor de
este bello cuadro, Richard Dadd, mató a su padre a los 27 años, clavándole un
hacha en el cráneo, ordenado por Osiris, y desmembrando luego el cuerpo del
occiso… ¿Pueden creerlo? Me aterra pensar que yo mismo acabo de cumplir 27. Ya
en el manicomio, se dedicó pacientemente a pintar sin descanso durante
casi diez años ésta que es su obra maestra: El golpe maestro del leñador
duende. Como se puede apreciar, hay en él, un leñador a punto de partir una
nuez o avellana.
Diez años… sin
parar.
Y yo,
perdiendo mi tiempo en estupideces, en banalidades.
Pero eso se
acaba. ¡Se acaba!, ¿me escuchan?... ¿¡Ustedes qué entienden de Arte!?... Lamentativo, ¿qué entiendo yo de arte?...
necesito responsabilizarme de una vez por mis actos, dejar de ser un chiquillo.
Debo ir en
busca de mi obra maestra, no importa lo que eso me cueste.
Mira en derredor.
A Marcel
Proust, su madre le traía el desayuno cada día luego de que él se encerrara
para escribir durante toda la noche y, de paso, mientras desayunaban, recitaban
versos de la tragedia Esther de Racine que su madre sabía de memoria. Proust
dormía en el día y escribía por las noches. Todo por la obra.
Cuando la mamá
de Borges murió, a sus noventa y nueve años, Borges ya tenía setenta y seis.
Toda su vida ella fue su amanuense y su mecenas.
¿Tanto te
cuesta hacer eso mamá?
¿Realmente...
tanto?
Quiero decirte
algo desde hace tiempo mamá: yo no elegí venir a este mundo. Y
entonces por qué quieres que trabaje como si fuese mi deber, ¿de dónde sacas
eso?, ¡¿o sea que aparte de que me trajiste a este mundo sin mi consentimiento
tengo que cumplir reglas que yo no sé cómo mierdas nacieron?! Acaso yo dije,
antes de que decidas procrearme, oh, quiero dejar de ser nada y quiero existir
y quiero ir a estudiar y luego a trabajar y tener que sobrevivir, y
preocuparme por no morir de hambre, por validarme, y tener que soportar tanta
irrealidad, y pensar cada día en el fin y zas y zas?!
Inteligente
jugada se te ha ocurrido mamá. Y es tan gracioso oírte argumentar que si
me jodes, es porque te preocupa lo que vaya a ser de mí cuando tú no estés, y que
en realidad sólo te preocupas por mi futuro, y que por eso quieres que de
una vez trabaje... Y bueno, ¿yo qué
culpa tengo de eso mamá?, ¿por qué no pensaste en eso antes de tenerme? Entonces,
preocuparte por mí, es lo mínimo que podrías hacer mamá, ¿qué
quieres que te diga?... de la nada decidiste que yo esté aquí y lamento decirte
que eso te hace cien por ciento responsable. Bueno, cincuenta por ciento, con
mi padre.
Era que me
abortes como te aconsejó tía Candy.
Y ahora, en un arrebato de furia, me dices que yo
no soy Proust y que yo no soy Borges, cuando tú no tienes ni puta idea ¡de
quién es Proust, ni de quién es Borges... mamá!
Y yo lamento decirte que, bueno, que está más
que claro que no los soy… pero, ¡hello!, eso tampoco es mi culpa,
mamá. Así como tampoco fue culpa de Proust y Borges haber nacido
Proust y Borges ¿no?
Quizá sea como
dice mi padre: Estamos jodidos.
O quizá sea el estrés del vacío.
Dice la
leyenda que Robert Louis Stevenson terminó su primera versión del Dr. Jekyll y
Mr. Hyde en tres días y que luego la quemó porque Fanny, su esposa, antes de
volverse totalmente loca, le dijo que no
era lo suficientemente alegórica, entonces él, medio cabreado, botó su escrito
al fuego, y cuentan que en otros tres días ya tenía la versión original lista,
salvo correcciones de poca monta, para ser impresa. Esos seis días fueron de
encierro absoluto, creatividad al máximo, efervescencia literaria. Me lo
imagino delirante en su camita, su pluma volando mágica… y eso que Robert Louis
Stevenson tenía tuberculosis y cada nada
tosía sangre y apenas podía respirar y hablar.
Pero claro, ya
sé lo que están pensando… Que la diferencia entre Robert Louis Stevenson y yo…
Bueno… sólo me queda decirles… ¡¿y ustedes, carajo?!... ¡¿ustedes qué, ah?!
No me importa
lo que me digan, ya lo tengo decidido: Voy a encerrarme en mi habitación, en mi
cama. No voy a salir de mi cama, no quiero regresar nunca más al horrible y
violento mundo exterior. Sí, viviré en mi cama, me dedicaré día y noche a
escribir mi obra y no me levantare más que para ir al baño a lo esencial, ¡y
sólo comeré algo si tú, madre, así lo decides!... ¡no me importa morir de
hambre!… ¡¿escuchaste?!... Y como acto de rebeldía final, no me ducharé más hasta
acabar mi obra… ¡¿Escucharon?! ¡No me acercaré más a esa su cochina bañera
burguesa con burbujas relajantes especiales!, olvídense de todo eso. Richard
Dadd no tenía bañeras con burbujas relajantes especiales, Edgar Allan Poe murió
en el frío de Baltimore y yo no tendré más bañeras con burbujas relajantes especiales.
Para escribir hay que renunciar a las comodidades aún dentro de las
comodidades.
Se instaura, orgulloso, en su cama, con su computadora
Mac personal, su cuaderno, su muñequita, su bolígrafo, sus libros, su pijama
polar. Queda como asustado de su decisión durante largo tiempo.
Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis
Borges quedó
ciego a los cincuenta. Proust murió a los 51. Pongamos que hasta sus 27 leyeron
lo que yo, hasta ahora, no leí. Entonces, a partir de ahora, tengo 27 años para
más o menos alcanzarlos. Para entonces tendré 54 años. Mi padre tiene 69, así
que todo indica que viviré, por lo menos, hasta esa edad. En ese tiempo de vida
extra quizá pueda empezar a alcanzar a mis héroes. Proust escribió su obra
maestra en catorce años más o menos. Borges escribió a lo largo de toda su vida
pero su obra más importante la hizo, digamos, más o menos en ese mismo lapso de
tiempo… Entonces, pongamos que a mis 54 estaré preparado para empezar mi obra
maestra, redondeemos, por bondad, y digamos que a mis cincuenta. Dios quiera mi
talento esté fuerte todavía, eso siendo generosos y concediéndome el hecho
de que yo tenga algún talento. Entonces,
finalizaré mi obra maestra a los sesenta y cinco… esperemos. Al finalizar esta
obra maestra quedaré seco y oliendo a soledad. Eso, siempre y cuando, no
caiga antes sobre mí el hacha de Richard Dadd y Clitemnestra, ja ja. Que así
sea entonces.
Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis.
Creo que todo
va bien por el momento, tengo una historia, tengo la voluntad, tengo, esperemos
el talento, y si no lo tuviese, eso se compensa con esfuerzo y yo tengo mucho
esfuerzo y tengo sobre todo la pasión. ¿Qué puede ir mal?
Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis.
Todo va de
lujo. Finalmente mi madre aceptó ser como la mamá de Borges, o la mamá de
Proust, aunque a medias, pero aceptó. Su corazón es más grande y no soporta ver
al hijo que procreó morir de hambre (aunque es difícil que muera de hambre en
realidad), así que manda algo de comida con mi hermana.
Pasados varios segundos de silencio, le hace
hablar a su muñeca:
: ¡Voces
lejanas!, ¡oh voces profetas!, ¡escúchenlas!, ¡hablan!, ¡nadie les cree, pero
hablan!:
: ¡La mejor obra de Win Zeballos!
: ¡Un éxito descarado!
: ¡Imperdible…!
: ¡Win, ovacionado en Aviñón....! ¡Joder!... ¡mierda!... ¡un
boliviano!... ¿pueden creerlo?
: Yo no.
:A Win le sale el tiro por la culata.
¡Basta! ¡Debes olvidar esas
voces!
Estás sólo en
tu habitación, afuera llueve, los perros ladran, tu gato quizás está a tu lado…
pero estás sólo al final de cuentas, aquí, ¡aquí! en Villa Salomé, Calle
Molles, puerta blanca sin número, un barrio pequeñito de la ciudad de La Paz,
una ciudad pequeñita del país de Bolivia, un país pequeñito del continente
sudamericano, un continente pequeñito del planeta tierra, un planeta pequeñito
dentro de un sistema solar y etc., etc., etc... ¡Objetividad amigo!, ¡objetividad
es lo primero! de nada sirven esas voces absurdas. Las obras son las hijas
del silencio. No lo olvides. Una prosa limpia, honesta, que manifieste valor y
elegancia bajo presión... ¡no lo olvides!
Pierde el control y se da bofetadas a sí
mismo.
¡Deja de
pensar en esas gafas, en esos lápices afilados, olvida los aplausos, las
ovaciones, y los posibles fracasos, eso no te deja ver el mundo
claramente!, ¡no te deja!, ¿qué no lo entiendes? ¡Vamos, vamos, escribe,
escribe!
Escribe más fuerte y rápido. Pausa. Escribe más
fuerte y rápido. Elipsis. Solloza.
Ya no soporto escribir, todo lo siento mal. Mierda. Anoche tuve tantas
pesadillas que ahora siento como si no hubiese dormido y pensamientos negativos
me invaden. Deben ser todos estos instrumentos tecnópatas de mierda que
tengo instalados a mi alrededor: redes inalámbricas, ondas electromagnéticas
que atraviesan mi cerebro, y lo escinden en trocitos interdigitales, listos
para ser puestos a la parrilla. Carajo, me estoy quemando la corteza. La nuez.
Mi avellana.
_Escribe ya perdiendo el control, gimiendo,
sollozando.
No lo
necesito.
No lo
necesito.
No lo
necesito.
Pausa larga.
¡Lo necesito!
¡Necesito un
vaso de whisky con suma urgencia!
Se da una
bofetada más fuerte todavía.
¡No!
¡Calma!...
calma. Aspira. Exhala. Aspira. Exhala. Así. Ahora razona un poco. Sólo tienes
dos dedos de whisky en tu botella de
whisky etiqueta negra. Debes administrarlos bien.
Escribe fingiendo tranquilidad. Pausa larga.
Elipsis. Agitado, paranoico.
Estos días he caído
en picada… sobre todo pensando tanto en ti Fanny. Sí, ella es Fanny, mi alumnita de teatro
de once años. El día de la última presentación vino con un vestidito blanco,
corto... pude ver sus muslos delgados, blancos, olía a juventud, a flor, a
hermosura... Allí está Alicia, y allí Diane, todas alumnas mías, bellas,
me he debido masturbar por lo bajo unas cincuenta veces pensando en cada una de
ellas, y basta recordarlas un poco para tener una erección... ¡qué castigo!... y
mi mano entonces termina apestando a soledad… Fanny, Alicia, qué bellos
nombres, hermosos... Pero no lo sabe... mi Lolita no sabe que se llama Fanny...
mi Fanny no sabe que es mi Lolita... ¿o sí?, a veces creo que lo presiente... un día le
rocé la mano... y ella me la rozó a mí... y puso su mano en mi hombro y
me sonrío... pero luego no volvió a hablarme nunca más...
Recuerda delirante. Pasa al presente más
delirante aún. Pausa. Escribe. Pausa. Escribe. Elipsis. Emputado.
¿Por qué mierdas
estoy haciendo esto? No me hagan cabrear carajo. Tengo un límite.
Exhibicionismo
puro carajo.
Mierda.
Sudando, respirando agitadamente, febril.
No puedo
aguantar la ansiedad. Me voy a servir medio dedo de los dedos que tengo de
whisky... lo voy a tomar a sorbitos... ¡Salud! ¡Oh Dios mío!, ya se hizo
de noche...
Pausa. Escribe angustiado. Pausa. Escribe
mirando a todos lados. Elipsis.
Proust, logró escribir en Busca del Tiempo Perdido luego la muerte de su
madre.
Y quizá tenga que matarte entonces.
Para que la bendita inspiración llegue lo suficiente.
Luego, sólo tendría que asegurarme de que todos tus bienes queden a mi
nombre para tener con qué sobrevivir el tiempo que tarde en escribir mi obra.
¡Ah, sí, sí, sí!, una revelación al fin.
Sí.
Escribe más frenético. Pausa. Escribe más
frenético. Pausa. Escribe más frenético. Elipsis. Pérdida de control. Grita.
Amo las
portadas de los libros, podría tener relaciones sexuales con éstas. Quiero
quedarme aquí, leer para siempre, odio los instantes en que estoy haciendo otra
cosa, me duelen, cada minuto lejos es una intertextualidad perdida, un nodo de
la red que no pude conectar y como ya de por sí estamos lejos de Borges o de
Proust, una hora sin leer es estar más lejos aún, infinitamente más lejos. Y al
decir lejos quiero decir no lejos solo como personajes escritores sino también
lejos de la lectura y comprensión concreta de sus libros, porque a qué leer a
Borges si no has leído Schoppenhauer y a todo Stevenson, y todo en
realidad, y a qué leer a Proust si no
has leído las Memorias de Ultratumba de Chateaubriand, y a qué leer la Divina
Comedia si no has leído la Biblia, y a qué voy a leer a Derrida o a Deleuze si
no he leído a Sartre y a qué Sartre si no he leído a Heidegger y a qué
Heidegger si mi línea temporal no parte desde haber hecho el amor con Platón, y
a qué mierdas ir al ruido de afuera si aún no he hecho el amor con Platón,
y cómo voy a saber las posiciones
sexuales favoritas de Aristóteles si no he pasado por su maestro Platón, cómo
voy a poder moverme al gusto de Kant o de Milton si no he sido un puto
asqueroso que lo ha hecho y se ha dejado hacer de todas las formas posibles con
los anteriores mencionados e incluso con muchos más, cómo voy a lograr que
acabemos mojados Proust y yo si mi libro
de kamasutras culturales está sin figuritas, no podré abrir bien las piernas de
mi cerebro ni el ano de mi conciencia, ¿y cómo espero hacer el amor entonces
con Nietzsche?, ni siquiera voy a lograr que se le pare y entonces no va a
poder penetrarme, y a qué leerlo sino va a penetrarme, por eso yo creo que hay
que haber probado bien todos los falos desde Platón y Homero, y Esquilo, y
Píndaro, y Sófocles, y Eurípides y etc., etc., y todas las sagradas
vaginas desde Safo, Sor Juana, y George Sand y Gabriela y Virginia e incluso
con ellas debimos haber logrado que nos aten y nos flagelen sobretodo, que Emily
me haya cagado a latigazos, que Simone de Beauvoir haya roto mi corazón y que
entre ella y Sartre me hayan dejado extasiado, acabado y en la basura y hay que
haberlos odiado y haber sentido también el asco de su semen en nuestros
rostros, y claro, haber estado abiertos, sí, ellos sí pueden penetrarme,
¡vamos!, ¡que lo hagan!, yo los invito, pero para eso necesito prepararme,
ponerme vaselina, ser un buen receptáculo, que se sientan súper cómodos y que
entren en mí como en su casa, una casa por donde ya han pasado todos y para
ello necesito tiempo, y no salir nunca, porque no es un trabajo fácil, claro
que no.
Escribe mucho más frenético. Pausa larga. Se
olfatea.
¡Qué asco!
estoy hediendo, nada que ver… ¿cuánto tiempo ha pasado?...
Debes cumplir
tu promesa. Basta de burbujitas relajantes especiales.
Hace como que escucha su muñequita.
¿Qué pequeña?,
¿que estamos hediendo a post sexo después de tantas orgías culturales?
Yo igual
pienso así… pero…
Bueno ya, si
me miras con esos ojitos visionarios.
¡Pero tú te
haces responsable, ah!
Sale de su cama y se acerca lentamente a la
bañera con su muñequita.
: ¿¡Mamá,
hermana!?… ¿me ayudan a bañarme?
Se queda al lado de la bañera bailando.
…
Dijo Dios: “Haya un firmamento en medio de las
aguas que las esté separando unas de las otras.” Y así fue. E hizo Dios el
firmamento y separó las aguas y separó las aguas que hay debajo del firmamento,
de las aguas que hay encima del firmamento, y llamó Dios al firmamento
“cielos”. Y atardeció y amaneció el día segundo.
CAPÍTULO II
HISTORIA DE UN DETECTIVE.
Detective carraspea.
: Querida Fanny, no sé por qué ayer desperté tan optimista, quizá porque
terminé por enésima vez la Isla del Tesoro del gran Stevenson y de nuevo me
embriagué soñando que conocíamos la bella isla de Vailima, lugar de descanso de
nuestro amado Robert, que bailábamos a las orillas del mar, desnudos, o de
blanco, que sentíamos la brisa, que tomábamos ron, y que cada día asistíamos a
una fiesta en la playa. Los fines de semana eran los más especiales pues
subíamos a la cima del monte Vaea y dejábamos flores en la tumba de los
Stevenson, llorábamos un rato leyendo sus ensayos y ya durante el ocaso
descendíamos hacia la playa nuevamente, todo bajo una lluvia tropical, tibia y fresca, y bueno… ya te imaginarás cuántos
deseos inflamaron mi corazón llevándolo inevitablemente a ese estado natural y
tan bello que es la nostalgia... y cuando cerré mi libro pensé, no sé por qué,
lo tortuoso que debe ser para alguien escribir sabiendo que existen hombres
como el gran Robert Louis Stevenson. Sí. Difícil no caer en la locura… pensé también
en la hermosura de disfrutarlos sin más, y entonces me dije:
¡Cuán bella y temible es la página en blanco!,
¡Y qué riesgo de vida o muerte escribir en ella!
Y en mi caso... ¡qué bello es un caso sin resolver!, ¿no?
Un caso que a la vez es una página blanca abierta a miles de
posibilidades,
en las que como un Dios juego a poner orden al caos.
en las que como un Dios juego a poner orden al caos.
¿Por qué entonces esa necesidad, del oficio detectivesco, de hallar la
punta del ovillo?
Y te digo todo esto porque anoche, al llegar a mi vieja oficina,
encontré (tú sabes como la vida nos pone estas cosas paradoxales) una carta
bajo mi puerta. Sí, justamente un irrespetuoso de la página en blanco. Su carta
estaba escrita a mano y firmaba con una W dorada. La carta, la
tengo acá, dice así:
Saca la carta, la desdobla, se
coloca sus gafas, lee:
“Estoy en un punto crítico señor detective, nada tiene sentido. Anoche
soñé con calles antiguas y secretas, escondidas en la noche. Con la verdadera
pesadilla que es el mundo señor detective. Y yo era una mosca y una araña me
decía: "¿Quisieras entrar a mi brillante salón? Es el saloncito más
hermoso que alguna vez pudiste visitar, el camino es una escalera
caracolada y tengo muchas estanterías curiosas, quedarás encantada.” Mi
cuerpo tiembla de ansiedad con sólo recordarlo, estoy tan asustado señor
detective, creo que mi mamá tenía razón, esto es ridículo, ¿qué estoy ganando
con esto? Cuánto miedo señor detective. Señor detective, le ruego,
le imploro, estoy muy desquiciado, siento que me va a pasar algo, estoy en mi
cama postrado, y siento como si una inmensa red se hubiese ceñido sobre mí, una
red laberíntica, con minotauros y todo, con lamentos de Ariadnas y todo, señor
detective, he visto catedrales mexicanas, he visto a Borges y a Octavio
Paz dándose la mano, concertando mi muerte, sí, los vi en una entrevista señor
detective, una entrevista que creo que era de los años ochenta, y allí
decidieron que yo debía morir en siete días y ¡vi a Proust masturbándose en su
baño pensando en mí! ¡¡¡¡Esto no para señor detective!!!! Todo el tiempo oigo
voces en mi cabeza que me dicen que el hacha está a punto de caer sobre mi
nuez, o avellana o como quiera llamársela... apresúrese por favor, la puerta
está abierta, apresúrese, mi dirección está en el remitente. PD: Por favor le
ruego me traiga unas hamburguesas, hace días que no como nada.”
Guarda la carta esforzándose en
hacer ese ruido elegante del papel que tanto nos gusta cuando vemos una
película. Se da sus modos, tose mientras se quita las gafas y continúa su
discurso.
Al principio no le di importancia, tan adepto a mis propios procesos
deductivos como suelo ser, en los que me gusta tomarme mi tiempo y hacer las
cosas a mi manera, y simplemente leí la carta con la vaga ilusión de tener
algunas nuevas aventuras pero, para las cuales y como siempre, no necesitaba
salir de mi oficina, e inevitablemente comencé a imaginar posibilidades
hermosas como transposición de tiempos y espacios infinitos, y empecé a soñar
con la literatura y terminé, sin saber, en ese momento cómo había llegado a
aquello, llorando amargamente por la Guerra de Troya en Illión, y comencé a
armar mi famosa red detectivesca, y claro, entonces encontré rápidamente
millones de conexiones hermosas: la entrevista entre Borges y Octavio Paz, el
poema de la araña y la mosca de 1827 escrito por Mary Botham Howitt, y que
fue parodiado por Lewis Carroll en su Alicia en el País de las Maravillas, en
el capítulo de la Falsa Tortuga, y entonces comprendí el apuro de W porque yo
le ayudara con mis servicios de detective pues simplemente el caso era perfecto
para mí, y ante tanta hermosura y tanta felicidad abrí un botella de
whisky pensando en si sería bueno ir o no a la casa de este simpático maniático
o quedarme simplemente con esa carta formando un montón más de posibilidades
siniestras, bellas, armando hilos conductores, dejando migajas como pulgarcito
por todo lado, y entonces con tanta fascinación me quedé estúpidamente dormido
en el frío piso de mi oficina, agravando así esta tos crónica que tengo, y si
no hubiese sido porque me despertaron en la mañana mis arrendadores, quizá
hubiera muerto. Tenía todos mis huesos adoloridos, mi espalda entumecida, mis
rodillas congeladas, ¡uf!, ¡horrible!... Bueno, la cosa es que despierto, abro
la puerta a mis arrendadores y les digo que no podía pagarles nada en ese
momento, que por favor me den quince días más, y ellos me dicen que me vaya al
carajo con mis quince días más y que si no les daba el dinero en cinco minutos
me echarían a patadas de allí, y de nada sirvieron mis súplicas y mis ruegos,
iban a botarme de mi amada agencia “El Gato Negro”, y bueno... quizá me lo
merecía después de tantos fracasos y estaba yo ya resignado a mi triste suerte
cuando de la nada aparece uno de esos carteros antiguos y me entrega un
sobre y me instiga a que lo habrá inmediatamente, y en el sobre hallo mil
bolivianos y una nueva carta, y un mechón de los cabellos de W... El cartero se
retira negándose a recibir una paga por sus servicios, y yo cancelo
inmediatamente la cantidad de quinientos bolivianos, de los mil, como forma de
adelanto a mis arrendadores, que por fin consienten en dejarme tranquilo y me
dan siete días más de plazo. Por fin, sólo de nuevo en mi oficina, ya
respirando tranquilo, procedo a leer la segunda carta en la que el pobre
W parecía todavía más patético, si eso puede ser posible, y descubro no con
poca sorpresa que esta vez la carta tiene un olor a soledad más fuerte que la
anterior, si es que acaso la soledad puede tener algún olor definido, claro.
Esta segunda carta, dice lo siguiente:
Abre la carta con los modos de
un actor de la época dorada de Hollywod, tose, se pone sus gafas, lee.
"Señor detective, se lo he suplicado pero usted no me hace caso, he
estado esperándolo toda la noche, colgando de un hilo, literalmente, ya no
digamos hilo cibernético, arácnido, o de filigrana dorada, sólo digamos que
estoy así tendido en mi cama sin poder levantarme ni para ir al baño, no puedo
salir, me pasó como en esa película surrealista tan bonita de Luis Buñuel, sólo
que en mi caso como no es ficción ya no es bonito. Señor detective, ¡apiádese
por favor!, usted es el único en el que puedo confiar, el espíritu de
Freddy Mercury me ha susurrado su dirección y su código postal, sí señor
detective, Fredy Mercury apareció flotando en el dedo y medio que queda de mi
whisky, y me dijo: “ese detective es el único que podrá salvarte de este
embrollo en el que te has metido, él es el indicado, confía en mí, envíale una
carta, pero dile que debe apurarse porque sino estarás muerto, ¿y tú no quieres
estar muerto verdad mi champions friend?, puesto que no eres yo, Freddy Mercury
que aún muerto sigo vivo, eres simplemente W, jajajaja, ok hazlo rápido”, eso
hice y hoy en la mañana cuando me encontró llorando porque usted nunca
apareció, me dijo: “envíale una nueva carta y esta vez con 1000 Bs en el sobre,
eso hará que venga en seguida” y eso hice, ¿por qué cómo no hacer caso a Freddy
Mercury, no? Y seguro se estará usted preguntando cómo pude enviarle esta carta
si supuestamente estoy postrado en mi cama y sin poder moverme y la respuesta
es tan simple que estoy seguro de que usted ya la conoce... ¿ve?... usted es el
único que puede ayudarme.... estoy llorando de nuevo, ya no sé qué hacer...
¡ah!, cuando venga ¡no se acerque a la cama! … maldita sea, estoy abandonado...
todo me pasa por no hacer caso a mi mamá que me cantaba tantas veces esa bonita
canción y yo la desobedecí... Pooor fly... bye bye.... ¿ya la recordó
verdad?... No olvide mi hamburguesa." Atte.: W
W tenía razón. Como dije, al leer la primera carta yo ya había recordado
la bonita canción, adaptación musical del poema “The Spider and the fly”, y a estas alturas incluso me la
sabía de memoria. Una de sus estrofas, justamente, dice así (la traducción
es mía):
Canta:
“Estoy seguro, querida mosquita, de que debes estar cansada,
“Estoy seguro, querida mosquita, de que debes estar cansada,
Volando allí en volutas tan altas,
¿por qué no llenas de zumbidos mi enredada cama?
Es de blanca tela fina, ¿no te incita?
- Así, tiernamente la araña tejedora, a la mosca le recita…”
Y entonces ya no lo dudé más, era una cuestión casi de amistad, fui a
visitar al extraño W. En ese momento, un desconocido para mí, un jamás leído.
Se va bailando la canción de la mosca y de la araña en un ritmo ardiente
de jazz.
Poor fly, bye, bye.
El
detective observa a lo lejos una vieja casa de puerta de metal blanca.
D: Fanny, son las 10:30 am, estoy en la
zona de W. Es muy raro, pero aquí hay un ambiente tremendamente navideño:
señoras vendiendo luces, árboles, íconos religiosos, etc., y es paradoxal
tomando en cuenta de que recién estamos comenzando octubre. Ahora mismo, estoy
viendo la puerta de W y estoy a punto de entrar aun a pesar de que una parte de
mí se niega rotundamente a hacerlo y siento, por ingenuo que parezca, que yo
también debería hacer caso a la moraleja de esa canción infantil de la mosca y de
la araña. Siento que en este momento yo debiera decir también:
Canta.
¡Oh no no, querida araña! – como dijo, en un
principio, la moscaza,
en mi sensatez aún, no lo apruebo,
pues he oído decir que quién sube por
tu caracolada casa
No tiene a Dédalo para bajar de nuevo.
Pausa.
Pero, Fanny, ¡Dios sabe que no tengo opción!,
y es que todos ya sabemos cómo acaba esto, es tan obvio… ¿por qué sino Orfeo
mira a Eurídice, aún consciente de la pérdida, digo yo?, pues por la misma
razón que la mosquita caerá inevitablemente en las redes de la araña una y otra
vez cada que volvamos a leer el poema. Pero la mosquita en realidad sólo se
“hace” a la tonta, cuando en realidad ella sabe que tiene que caer para que la
poesía exista, Orfeo sabe que debe mirar para que lo recordemos y derramemos
lagrimitas cada que lo leamos de nuevo y que por más qué les digamos ¡no mires
Orfeo!, ¡no caigas mosquita!, ellos lo harán, sabios y conocedores de que esa
caída, esa pérdida, ese dolor, de alguna manera, nos gusta, y entonces Orfeo mira
y la mosquita cae, y ya no hay vuelta atrás. Pero, ¡oh,
benditos!... ¡oh dulce tormento de días!... Si no lo hubieran hecho, no serían
poesía…
Aspira hondo.
Fanny.
Expira lento.
¡Debo entrar!
Se lleva una mano al corazón.
¡Debo hacer poesía!
Y entra, finalmente, bailando a la casa, aún
sumergido en el ritmo ardiente de un jazz. En la puerta hay adobes de sal y un
tronco talado.
…
Dijo Dios: "Acumúlense las aguas de
debajo de los cielos en una sola masa y aparezca suelo seco.” Y así fue. Llamó
Dios al suelo seco "tierra" y al cúmulo de las aguas llamó
"mares". Y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: "Brote la tierra verdor:
hierbas de semilla y árboles frutales que den sobre la tierra fruto con su
semilla dentro, según su especie.” Y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y
amaneció el día tercero.
CAPÍTULO III.
EL ENCUENTRO.
W: ¡¿Señor detective?!... ¿es usted?
Se miran, se reconocen, estaban destinados a encontrarse y sueltan
chispas al mirarse. ¿Por qué habían tardado tanto en unir sus destinos?, nunca lo
sabrán.
D: Sí, soy yo, W.
W, increíblemente feliz.
W: ¡Oh!, ¡gracias a Dios, señor detective!... Disculpe mi
atrevimiento, pero ¿me trajo usted algo de comer?...
D: Claro W, aquí tienes. Le lanza una hamburguesa. Atrápala.
W: ¡Oh! ¡Muchas gracias, Bendito sea usted!.. Mientras come
ávidamente su hamburguesa. Señor detective, siento la muerte más cerca
que nunca… mi cuerpo desgastado no quiere volver a salir. Me aterra que llegue
la noche y es cuando más necesito un abrazo ¿sabe?... hace tiempo que no recibo
un abrazo, y disculpe que se lo pida así sin más, pero ¿cree usted que podría
darme un abrazo?
D: Claro W… sólo que tengo entendido que no puedo a acercarme a tu
cama.
W: ¡Oh diablos, tiene usted razón!, casi lo olvido, soy un
idiota… si usted se acerca quedará atrapado… será una mosca más, como yo, que
estoy hasta el cuello con las redes y apenas puedo moverme… Bueno… al menos
déme un abrazo en la distancia, no sería lo mismo, pero me haría bien...
El detective le da un abrazo en la distancia.
W: Gracias...
D: No tienes por qué W, y déjame decirte que mi situación no es tan
diferente de la tuya, de hecho, las redes son la razón de que no haya podido
venir anoche a verte, cuando recibí tu primera carta, por lo cual te ofrezco
mis más sinceras disculpas, prometo compensarte… Y ahora tendré que pedirte de
nuevo disculpas y esta vez adelantado, porque ahora mismo tendré que cortar
este momento de encuentro tan emotivo… y empezar mi noble labor detectivesca preguntándote
algo que quiero preguntarte desde que crucé la puerta y que me está jodiendo
los sentidos: ¿de dónde viene ese olor tan terrible e insoportable?... Espero
que no seas tú querido amigo, jaja.
A W no le hace gracia la broma.
W: No lo sé, supongo que se habrán tapado las cañerías… eso, claro, sumado
al olor de mi soledad… como bien usted lo ha notado. Tantos días que no salgo
de cama…
D: Nada de eso, W… Este aroma, por decirlo así, no tiene nada que ver
con el olor a la soledad...
Olfatea con más vigor.
Bueno sí... pero... mezclado con otros olores, huele como a sangre, a
sepulcro, y muerte.
W: Yo no lo siento, señor detective, porque mi nariz ya se acostumbró.
Es lo malo de las narices, se acostumbran fácilmente a cualquier olor, sea este
bueno o malo.
El detective continúa su olfateo recordando seguramente los consejos de
Gandalf el Gris: Cuando estés perdido Meriadoc, sigue tu nariz.
D: Viene de por allá.
W: Asustado.
¡Ahhhh! El
cuarto de la bañera.
Entra en un estado de trance atemporal. El siguiente texto parece no ser escuchado
por el detective.
…
Qué miedo a perderte, perderte.
Si un día cambias de bando.
Si caigo en manos de mafiosos poderosos y de repente descubro que tú
juegas con ellos, que nos has traicionado, y que secretamente me has enviado
mensajes codificados, secretos, información clandestina que me oprime el pecho.
Si en un juego gano poder matando a mis enemigos los cuales son cada vez más
poderosos como en las historias de los narcotraficantes.
El mundo nos calla.
Un disco duro con información secreta, en el que me dices que salga
rápido.
¿En qué me metí señor detective?
¿¡En qué me metí!?
¿Dónde está ella?
Mi corazón me duele.
A esta hora todos parecen inexistentes. Mi cerebro comienza a darme
imágenes extrañas para la historia. Tengo miedo de seguir. De no diferenciar la
realidad. Siento que estoy jugando con armas que no son para un joven como yo.
Armas de grandes maestros que me están dando súper poderes y que como no puedo
controlarlos hacen que pierda mi equilibrio mental. Las fronteras empiezan a
ser difusas. Como cuando el asesino comete su primer asesinato y luego mata
¡una y otra vez sin piedad! ¡Oh, asesinos, he entrado en sus mentes por un
instante!
Empiezo a mirar cosas difusas que me han perturbado en sobremanera, nos
han caído inmensas olas marinas, y nos han dejado muertos flotando a la deriva
en algún estanque oscuro. He sentido la más pura desolación, he entrado en
ella, y he entrado un poco al menos en la atormentada mente de Edgar Allan Poe:
era la desolación absoluta, un lugar horrible. Mi cabeza me arde ahora. La
redacción manuscrita ha generado pesadillas horripilantes en mí y por fin me he
acercado un poco a los héroes.
Ahora sí las redes comienzan a atravesarme a su gusto, en su más temible
estado y creo que si mi hermana no hubiera entrado trayéndome esa taza de
chocolate caliente, ese pan de canela y esas galletitas de agua, yo
habría caído definitivamente en la locura, fue gracias a ella que he retornado,
a medias, pero retornado al final de cuentas, a una realidad que ahora me
cuesta tanto distinguir.
Ha sido una llamada de atención: W, no juegues con armas que aún no estás
capacitado para manejar. Mi corazón aún late febril, las emociones están
frescas, y ahora me toca a mí. Sí, señor. Yo debo ser ahora aquel valiente
condecorado, aquel león, ya que en mi vida diaria he sido siempre un
pusilánime, un patético cobarde. Ahora, es momento de probar mi valía, ahora. Y
esto es sólo el inicio, me digo.
Y entonces me pregunto, ¿hasta dónde podría haber llevado la
desolación?, si mi alma no se hubiera tranquilizado en gran manera gracias a
los pasos de mi hermana que me sacaron gentilmente del trance, si mi madre no
le hubiera enviado mi taza de chocolate, con mi pan de canela y mis
galletitas de agua, ¿hasta dónde podría haber llevado mi trance, hasta
dónde realmente? Si ellas no existieran, la desolación podría finalmente
instalarse en todo mi cerebro y generar al fin los monstruos prohibidos,
gigantes asesinos, olas marinas más grandes todavía. De alguna manera Marcel
Proust vino a decirme que esos monstruos prohibidos uno los crea a lo largo de
toda su vida, pero que sólo pueden tener forma completa al llegar uno mismo a
la desolación absoluta, al alargarla a extremos vívidos de locura que no puedan
ser interrumpidos por los amables de pasos de la hermanita, uno debe tener la
certeza de que ningún ruido lo obstruirá en la creación de esos monstruos,
y que una vez creados uno debe llevar a cabo la hercúlea tarea de
domarlos, y entonces te acercas un poco más al Olimpo. Pero este logro no es para
nada gratuito. El pago es morir en la pira incendiado, la Gorgona
petrificadora, la mirada de Orfeo. La pobre mosca, al final de cuentas.
Y hay que hacerlo. Hay que hacerlo. Hay que hacerlo. Pero la vida es
breve y uno no puede esperar a que los ruidos y las pisadas de hermanita se
callen simplemente por sí mismos. Uno debe colaborar a que se callen los pasos
de hermanita.
Y entonces hay que hacerlo.
Hay que hacer poesía.
Fanny, Ross, Diane, Rebeca, Ruth, Esther.
No lloren por mí.
Me voy a hacer poesía.
W ahora comenzará a gritar desquiciadamente:
¡¡¡¡¡¡Ahhhhhh, no quiero que se corte la sensación, no quiero que se
corte, calla todas las putas llamadas, todo eso me jode, calla los putos
mensajes en el celular, las llamadas para ir a esta cosa, a esta otra tal cosa,
eso jode, no quiero que me vuelvan a quitar la sensación, por favor te lo
ruego, no dejes que me quiten de nuevo esta sensación, no quiero que se
corte!!!!!!!!
Corte repentino.
D: ¡¿W?! ¡¿W!?
W se va recuperando poco a poco.
Mira sin entender bien lo que ha sucedido. Escuchando los ecos de la voz
del detective.
D: ¡Qué terrible ataque has tenido W!
Parecías un epiléptico, un cataléptico.
W: Vi a mi hermana trayéndome el chocolate señor detective, y luego la
vi a ella, a la reina, una mujer en un bar, pidiéndome que vaya a por ella, luego un hombre me dijo que la
tenía presa, es como en el juego de Mario Bros amiguito, me dijo ¿por qué crees
que ese juego vende tanto?, ¡porque es la esencia de todo!: Hay que salvar
a la princesa.
Y luego invadían mi casa y me mataban pero antes de morir yo también
mataba a unos cuantos.
Como si por fin saliera del
trance, asustado, desolado, casi llorando.
Señor detective, ¡¿qué diablos está sucediendo conmigo?!
Necesito un abrazo.
El detective le vuelve a dar un abrazo en la distancia.
D: No tengo ni puta idea de lo que te pasa mi amigo. Pero te juro que
voy a hacer todo lo posible para ayudarte a salir de esto...
W: Pensativo. Creo que ya no hay escapatoria. Somos dos
inmensas moscas pataleando en la telaraña. Siento mucho haberlo arrastrado a
esto señor detective. Es tan terrible.
Mira un rato al vacío.
Pero, ¿sabe?, al menos no todo es tan asqueroso.
Mire.
Mire sus miradas. Sus miradas son un poco las pisadas de mi hermana
trayéndome el chocolate caliente, el pan de canela y las galletitas de agua.
¿No lo cree usted así?...
Y creo que, aún a pesar de todo, nuestras miradas representan lo mismo
para ellos.
Se queda absorto mirando, casi que llora.
El detective lo mira sin comprender nada.
Luego de una pausa pregunta finalmente:
D: ¿Para quiénes?
W: Para ellos. Deja escapar una pequeña risita. Ellos
mi querido señor detective, que han estado allí en la oscuridad todo el tiempo,
allí, solitarios y acompañados, esperando escuchar los pasos esperanzadores en
algún momento, puedo ver los hálitos de sus respiraciones y puedo percibir sus
alientos cargados de la comida de toda una vida. Son tan pocos que no puedo
creer que existan.
Detective frunce el entrecejo, busca
por todos lados, enciende un cigarrillo con su encendedor de níquel o de
cobalto, sonríe un poco, tose.
D: ¿Quiénes W?, ¡yo no veo a
nadie!
W: ¡Oh!, sí… es que es difícil
verlos, pero están allí aunque sean casi sombras vistos desde aquí.
El detective se exaspera ligeramente.
D: ¡¿Dónde W, dónde W?!, te juro
que yo no puedo ver nada.
W: Allí.
Señala la platea.
D: ¡Ah! Ja ja ja ja ¡Que gracioso
W! Allí, ¿justo donde esta esa pared?, ja ja ja ja, ¡qué ideas tan risibles se
te ocurren W! ¿Siempre eres así? ¿Te da una crisis de histeria y luego te pones
bromista? Ja ja ja ja…
W: Y ni siquiera saben que también están inmersos en las redes ¡¡¡¡JA, JA,
JA, JA, JA!!!
D: ¡¡¡¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!!! Soy un detective de los nacidos
para perder, soy un detective muy que muy enamorado, demasiado,
¡JAJAJAJAJAJAJAJA!
Le da un ataque de tos. Se
tranquiliza. Respira
Muy a mi pesar no estoy de humor para
bromas W. Espero me disculpes.
Tose. Escupe algo de sangre.
W: Detective, eso no es normal.
D: No es nada W. Sólo una mala noche. Ya me recuperaré.
W se queda estupefacto una vez más.
¿Qué ocurre W?, no de nuevo W, ¿te
sientes bien W?
W está sudando con la tensión.
W: Necesito mi whisky señor detective, me quedaba un dedo y medio de
mi whisky… El detective busca el whisky. ¿En qué momento
desdichado llegué a esta fatal oscuridad? Me hubiera visto cuando empecé señor
detective, me dije voy a ser un escritor y me encerré. Era una mañana cálida…mi
mamá me trajo la primera comida sonriendo y ahora todo se ha convertido
en una pesadilla dentro de otra pesadilla dentro de otra pesadilla y dentro de
otra… pero yo estoy aquí viéndolo todo… señor detective… ¿usted no se irá
verdad?...
Detective le da el whisky a W. W bebe sediento su último dedo y medio de
whisky.
D: Pero por supuesto que desde luego que no W, ¿qué ideas se te
ocurren, ah?, me ayudaste a pagar a esos arrendadores, gracias a ti conservo mi
amada agencia “El Gato Negro”, herencia de familia... cuando ya nadie quería
contratarme, tú me contrataste… y ahora estoy aquí, contigo, comprometido
ética y profesionalmente. Ahora yo soy tu detective privado, pero sobre
todo tu amigo W. Y si los detectives privados no abandonamos jamás, menos
abandonamos los amigos.
Se dan un último abrazo en la distancia.
Ahora sí, veamos que hay en esa apestosa bañera.
…
Dijo Dios: “Haya lumbreras en
el firmamento celeste para separar el día de la noche, y hagan de señales para
las solemnidades, para los días, y para los años, y hagan de lumbreras en el
firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue. Hizo, pues, Dios
las dos lumbreras mayores: la lumbrera grande para el dominio del día, y la
lumbrera pequeña para el dominio de la noche, y las estrellas. Y las puso Dios
en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, para dominar en el día
y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que estaba
bien. Y atardeció y amaneció el día cuarto.
CAPÍTULO IV
EN BUSCA DE LA PUNTA DEL OVILLO.
El detective se pone sus guantes de látex y se acerca a la bañera, mira
con cuidado, con estilo, analiza los ángulos, los olores. Un plástico cubre la
bañera, lo levanta y continúa sus observaciones con la objetividad que debe
hacerlo todo detective. Sin saber por qué, recuerda los viajes de Marco Polo.
Piensa o dice:
D: Fanny: ya casi es mediodía. Afuera está nublado y continúa
lloviznando, típica atmósfera navideña y eso no deja de sorprenderme. Mientras,
estoy parado en el lugar mismo de los hechos, parado al lado derecho de una
bañera ensangrentada. La bañera estaba cubierta por un plástico, levanté el
plástico y hallé una red. La bañera está llena de agua putrefacta y en
ella flotan los restos de dos cuerpos mutilados. Pareciera ser que el asesino
se ha esforzado por imitar el crimen del Agamenón de Esquilo, un maniático fanático
de las tragedias griegas. No lo culpo. Me animaría a decir que el arma del
delito es un hacha. En cuanto a W, su comportamiento a lo largo de la mañana ha
sido el de un hombre terriblemente excitado. Aparentemente no tiene idea de lo
que está en su bañera. Asegura que ya hace varios días que no se
baña porque ni siquiera puede salir de su cama. Sin saber por qué, he
recordado los viajes de Marco Polo.
Fanny: ¿En qué pesadilla me he metido?
W: ¡¿Señor detective?!, ¡¿está todo bien por allí?!
El detective escucha a W, pero habla para sí mismo.
D: La araña ha sabido cómo engalanarnos para que entremos a su casa
caracolada.
W: ¡¿Señor detective?!, ¿está todo bien por allí?, no me haga asustar
por favor que estoy muy sensible.
Detective frunce el entrecejo, sonríe.
D: Pues W, yo no diría que todo está bien por aquí, diría todo lo
contrario en realidad.
Déjame decírtelo con un fragmento de la canción que tan bien conoces:
Querida amiga, ¿que yo puedo hacer para demostrarte
la cálida llama hogareña
encendida en mí y eternamente para ti?,
¡Hey tú, bienvenida!,
dentro mi despensa tengo de galletas, cajas,
golosinas, embutidos, empanadas
¿No quieres venir y tomar una rebanada?
W: ¡Oh no, no, amable señor detective!, eso sí que no podrá ser, he
oído de esa despensa y para nada la deseo ver.
Pausa incómoda.
A propósito, nunca me dijo si logró resolver quién le llevó mi
carta.
D: Claro que lo hice, ni siquiera necesité mucho tiempo para pensarlo.
W: ¿Quién fue?
D: Hermes, obviamente, el Dios mensajero griego, ¿quién más iba a ser?
W: Muy bien señor detective, ¡usted es el mejor!, siempre lo supe.
Detective sonríe melancólico, se acerca lentamente a W marcado bien el
sonido de sus zapatos en el suelo. Piensa en la navidad. Lo mira a los ojos.
Suspira. Baja la mirada, vuelve a mirarlo a los ojos y entonces dice:
D: W, quiero que seas sincero conmigo.
W: Eso siempre señor detective.
D: Hay cuerpos descuartizados en esa bañera, tanto que hasta sus
cráneos han sido descuartizados en varios pedazos y hasta he encontrado la
punta de un dedo meñique flotando a la deriva… Y tú dices que no sabes nada de
lo que pasó, y sin embargo, me pesa mucho tener que decirte que la lógica
indica que puesto que estuviste aquí todo el tiempo, eres tú quién descuartizó
esos cuerpos... no quiero presionarte W, sólo quiero que seas sincero.
W queda consternado y luego de una pausa susurra:
W: Prosa honesta, limpia clara… no lo olvides.
D: ¿Qué dices?
W explota, tapa su rostro con una almohada y grita.
W: No sé cómo usted es capaz de imaginar algo así, yo quiero ser un
artista no un asesino.
Solloza.
¿Pero cómo puede haber sucedido?... ¡Oh, Dios mío!
Detective mira un rato las luces de navidad a destiempo, el cuarto sucio
y desordenado, se da cuenta de que su nariz ya se ha acostumbrado a los malos
olores. Se pregunta por qué va a decir lo que va a decir.
D: Tranquilo W, te creo, claro que te creo. Sólo quería asegurarme, de
amigo a amigo, de que no me mentirías, claro que eso es absurdo, puesto que
en caso de que seas el asesino, y no estoy aseverando que lo seas, me mentirías
de todas maneras... así que no me queda de otra que confiar en nuestra amistad.
W sólo lo mira asustado y aún
sollozando.
Reflexiona, mira la bañera, mira las lámparas, las grandes lumbreras y
las pequeñas, mira a W que parece un niño asustado sin su mamá.
D: Hay que encontrar un lugar por dónde comenzar, una punta de ovillo. Tú
debes saber algo W, estuviste aquí todo el tiempo.
W rebusca algo en su mente mientras va apaciguando sus sollozos.
W: Bueno, como le dije, he tenido estas varias pesadillas... y en
una de ellas había una mujer que me pedía ayuda, parecía desesperada, tanto o
más que yo, y me suplicaba que vaya a por ella… estaba asustada bebiendo
algo rojo, estaba en un café bar solitario, ófrico u órfico… creo recordar
el nombre de ese lugar… oh, sí, claro, ¿cómo olvidarlo? Era el “Blueberries Café
Bar”, ¿lo conoce?... ella estaba allí, pero no pude verla muy bien… y susurraba
cosas... como que cuide bien la información, que ella lo hacía por nuestro
bien, que corrija bien las cosas… señor
detective, yo ya no comprendo nada… no sé dónde he caído… pero quizá ella pueda
ayudarnos, ¿por qué no va a visitarla?... si no me equivoco su nombre es…
Fanny.
El detective mira atónito, asustado, sin poder creerlo.
D: ¡¿Qué dices?!, ¿estás seguro W?, ¡¿seguro de que su nombre es
Fanny?...
W: Sí señor.
D: ¿Frances Fanny Matilda Van de Grift Osbourne Stevenson?...
W: Eso no lo sé señor detective. Pero se veía perdida en el tiempo y
en el espacio si eso le ayuda en algo a usted y le da alguna esperanza.
D: La esperanza es lo último que se pierde mi amigo. Tendré que ir
inmediatamente.
W: Señor detective antes de que se vaya quiero decirle lo mucho que
agradezco y aprecio lo que usted está haciendo por mí… y quiero
prometerle que se lo voy a compensar de la mejor manera ¿sabe?, aparte de
sus honorarios quiero decirle que yo le…
D: Luego hablamos de eso W, debo ir, ahora mismo…
Sale apresurado, esperanzado, casi en llantos invisibles. W se queda
sólo…
W: ¡Usted es un gran hombre señor detective!, ¡un hombre noble como
pocos, digan lo que digan los demás!, ¡vaya con Dios y cuídese mucho!
Apagón.
...
Dijo Dios: "Bullan las
aguas de bichos vivientes y revoleteen aves sobre la tierra contra la haz del
firmamento celeste." Y así fue. Y creó Dios los grandes
monstruos marinos y todos los seres vivientes que bullen serpeando en las aguas
según su especie, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que estaba
bien. Los bendijo Dios diciendo: "Sed fecundos y multiplicaos y
llenad las aguas de los mares; y multiplíquense las aves en la tierra." Y
atardeció y amaneció el día quinto.
CAPÍTULO V.
“BLUEBERRIES CAFÉ BAR”
En la mesa está una mujer que parece sacada de una novela de detectives. Mística.
Mira el vacío. Bebe un licor de cherry.
Parece llorar pero está sonriente y su mirada extraviada pareciera querer
encontrar extraviadas olas de mar.
El detective se quita el sombrero y temblando, emocionado, al borde del
llanto y hasta podríamos decir de un infarto, se acerca a ella. Apenas puede
articular palabras.
D: Señorita, disculpe… buenas tardes… estoy tan feliz de conocerla.
Fanny sólo lo mira.
En la radio del “Blueberry café bar” suena una canción y el detective se
pone más nervioso aún. Ella es una muñeca absorta en sus pensamientos.
D: ¡Qué bella es usted!, ¡oh señorita!, he estado esperando toda mi
vida para poder conocerla. Permítame bailar con usted esta canción, sólo
esta canción, sea usted amable por favor, y no la molestaré más…
Fanny mira al detective por un momento, sonríe, le causa gracia, le hace
un gesto de no con la cabeza.
D: Disculpe, no quise molestarla, claro… no se preocupe… En realidad
estoy aquí por un amigo... está en graves problemas… ¿puedo sentarme un
momento?... ¿sí?, por favor, sólo serán cinco minutos.
Fanny asiente y con su mano hace la señal de “sólo cinco minutos”.
D: Muchas gracias… lamentablemente y debido a la gravedad de los
sucesos, no puedo decirle la situación exacta de este mi amigo, sólo puedo
decirle que lo estoy ayudando y que la verdad... es muy extraño todo esto… pero
este mi amigo me dijo que usted está aquí, que la viniera a buscar, que tal vez
usted podría ayudarnos y ser una punta de ovillo, que usted se le apareció en
sus sueños pidiéndole ayuda… y él me habló de este precioso pero melancólico
“Blueberries Café Bar” porque también lo vio en sus sueños y bueno… señorita…
disculpe estoy muy nervioso… señorita… usted… ¿usted frecuenta mucho este
lugar?, quiero decir… ¿frecuenta a menudo “Blueberries…?
Fanny saca un cigarrillo, el detective se lo enciende con la mano
temblorosa con su encendedor de níquel o cobalto. Aspira el humo, toma algo de
su copa, cruza las piernas se arregla el pelo, mira al vacío, mira al
detective.
F: ¿A qué te dedicas, niño?
El detective tiembla, suda, desfallece. El paroxismo absoluto. Pero a
medida que describe su oficio va tomando coraje, habla rápido, efusivo.
D: La verdad, verdad, señorita... soy un detective… un detective de
esos que ya no existen, de los de gabardina sucia y traje malgastado, de los
que a la hora de resolver un crimen no les interesa el resultado, de los que se
van a beber y pierden el maletín con todas las pistas, de los que disfrutan más
el proceso de investigación que el hecho banal de hallar al asesino, de los que
duermen de día y tienen miedo de investigar de noche, soy un detective de los
inexistentes ya, pero existo, soy un detective fracasado que ha estado buscando
toda la vida el amor de su vida y y tú ni me llamaste y tú ni me recordaste y
tú ni me escribiste...Fanny...
Suena una nueva canción en la radio del viejo “Blueberries Café Bar”, y
el detective y Fanny bailan sentados sin bailar, meciendo imperceptiblemente
sus caderas, sus cuellos, sus hombros, sus cabezas, sus labios, sus ojos, sus
cerebros. Al detective le da un ataque de tos.
W acepta su destino.
El detective vuela en sus
pensamientos.
W: Señor detective, ¿debo aceptarlo verdad?
D: ¿Qué cosa W?
W: Mi mamá y mi hermana… ya no van a volver…
Mirando a la bañera.
D: No lo sé W. Esos cuerpos de la bañera son irreconocibles.
W: Dígame la verdad…
El detective duda largo rato antes de responder.
D: La verdad… es que lo dudo mucho… W… lo siento.
W llora desconsoladamente.
W: ¿Quién pudo ser el hijo de puta, señor detective? Solloza
más, grita, se araña el rostro y jala sus cabellos. ¿Cómo puede
existir alguien tan enfermo, tan malvado y tan psicópata señor detective?...
D: No lo sabemos W, simplemente coexisten con nosotros. Tú y yo
podríamos haber nacido psicópatas y seríamos los repudiados. Supongo que si
fuésemos ellos no podríamos hacer nada, porque bueno, seríamos simplemente ellos,
destinados de alguna manera. Es una cuestión cerebral, un circuito extra, una
descarga más, una descarga menos, y nuestras vidas son tan fluctuantes, tan
mudable es el destino de los hombres, ahora estamos bien y mañana quién sabe,
una especie de Dios entreteje nuestras aventuras y nos destina a ser tal o
cual, es difícil, pero a veces pienso que si yo hubiese nacido Hitler, por
ejemplo, nada hubiera podido cambiar ese hecho, así como si hubiese nacido un
violador o un asesino o un político, y es aterradora la idea, es decir, si
hubiera nacido cualquiera de ellos, hubiese sido ellos y ya, porque nadie
me va a negar que existieron, y que fueron lo que fueron y aunque yo fuese un
ángel de bondadoso en ésta mi personalidad, en ésta mi conciencia, no podría
traspasar ésta mi conciencia de ángel bondadoso a la otra conciencia malvada
porque si fuese esa otra conciencia ya no sería ésta, no habría forma de que
dijera ¡oh! rayos estoy haciendo mal esta violación, este asesinato, no
lo aprueba mi conciencia de detective, una voz de un ser que me llega de lejos
de manera paradoxal… no… eso es imposible y entonces si yo fuera ese asesino,
con esas condiciones de vida sería ese asesino no más y lo mismo en el caso de
ese violador, de ese psicópata… esa Borgia, ese Mussolini, esa Agripina, ese
Nerón, esa Clitemnestra y ese Agamenón… todos ya muertos, ya hechos
inevitablemente, existidos pese al pesar, quién eres tú W para juzgar, ¿acaso
puedes tener la insensatez de decir, no, si yo fuese Calígula no sería
Calígula, sería el buenito de W nomás?... ¿qué clase de idea tan imposible y
estúpida es ésa?
Sollozando ya menos, casi dormitando.
W: Para usted es fácil decirlo señor detective, porque no le han
matado una madre y a su hermanita.
W se duerme acurrucado con su muñequita, y el detective se queda
pensativo, entretejiendo sus propias teorías.
Riddles in the night.
El detective ha ido dejando sus
notas colgadas, hiladas por todo lado.
D: Quizá mucho de lo que W me ha descrito resultaría inconcebible para
muchas personas: visitas de Dioses griegos, telarañas inmensas, escritores y
personajes del pasado que planean asesinarlo. Su último delirio consiste en que
según él la propia Literatura lo va a asesinar si no se apresura. O el Arte
mismo. Y yo trato de no escucharle, de no hacer caso a las sandeces que dice. Sin
embargo no puedo evitar sentir una sincera emoción porque acaso lo que me diga
sea cierto en alguna medida.
De todos modos he apuntado las que a mi juicio son los posibles
culpables, no son muchas opciones, pero algo es algo.
Revisa sus infinitas notas.
Primera, la asesina fue Clitemnestra, y los cuerpos allí son los de
Casandra y Agamenón, segunda, fue W y los cuerpos allí son de alguna novia y de
su amante, o de su mamá y de su hermana, tercera, W es un fantasma y su cuerpo
yace en la bañera junto a su amante, y entonces una novia celosa es la asesina,
o cuarta, W yace allí con su novia, y la amante es la asesina, o quinta,
yacemos allí yo y W y, de nuevo, la novia celosa nos ha matado, o sexta yo
yazco con su novia y W nos ha matado, o séptima, efectivamente es como dice W y
por culpa de sus malditas redes y sus malditas invocaciones a los héroes
literarios estamos en la bañera atravesados sin piedad y sin miembros. Y
todas, modestia aparte, son posibilidades hermosas.
W abre sus ojitos.
W: O tal vez sean todas esas posibilidades en una sola, señor
detective.
D: ¿Así que estabas escuchando?
W: Llegué a escuchar la última parte entre somnolencias.
D: ¿Y no estás enojado por qué te incluí en mis posibilidades?
W: No, porque creo que simplemente está divagando… Y además, pienso
que usted está loco…
D: ¿Yo estoy loco?, y qué tendría que decir yo de ti, entonces, señor
Hermes, el mensajero?
Se ríen. Pausa. Se miran. Pausa… W ahora parece hablar con la ternura de
una flor excitada y radiante, susurra casi caprichosa, casi voluptuosa.
W: Además… no tengo novia…
Se miran largo rato a los ojos, nerviosos, un extraño ambiente los ronda,
aureolas de rosas y, a pesar de estar lejos el uno del otro, parecen dispuestos
a besarse en cualquier momento. Acercan sus brazos, los levantan, entrelazan
sus dedos. Un ruido, un trueno, un algo, hace que el detective tome conciencia
de lo que sucede y a pesar de que quiere dejarse llevar se aparta, nervioso, y ambos
disimulan mal, tal momento de incomodidad. Pausa.
W: ¿Y hasta ahora no me contó cómo le fue con Fanny?
D: Encontré una Fanny que se río mucho con lo que le conté y que me
dijo que no tenía ni puta idea de lo que le hablaba.
W mira a la vez ilusionado y a la vez decepcionado.
W: Entonces tal vez mi muerte está más cerca que nunca. Bueno,
hicimos lo posible, ¿no cree usted?
D: W, yo soy tu amigo, ya no me trates
de usted.
W: No puedo evitarlo señor detective,
cada vez me siento que soy un niño más y más pequeño y más y más
asustado, sólo que con la conciencia adúltera de ser un niño,
D: Tranquilo W, esta noche volveré a ir a "Blueberries Café
Bar." Esta historia aún no ha terminado.
…
Dijo Dios: "Produzca la tierra seres vivientes según su especie:
ganados, sierpes y alimañas, según su especie." Y así fue. Hizo pues Dios
las alimañas según su especie, y los ganados según su especie, y toda sierpe
del suelo según su especie. Y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: "Hagamos el hombre a imagen nuestra, según nuestra
semejanza, y dominen en los peces del mar, en las aves del cielo, en los
ganados y en todas las alimañas, y en toda sierpe que serpea sobre la
tierra" Y creó el hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó; macho y
hembra los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sed fecundos y multiplicaos, y
llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del
cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra." Dijo Dios: "Mirad
que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra
y todo árbol que lleva fruto de semilla: eso os servirá de alimento. Y a todo
animal terrestre, a toda ave de los cielos y a todo ser animado que se arrastra
sobre la tierra, les doy por alimento toda hierba verde." Y así fue. Vio
Dios todo cuanto había hecho, y de aquí que estaba muy bien. Y atardeció y
amaneció el día sexto.
CAPÍTULO VI
CASANDRA.
D: Esta noche
está más bella que nunca.
F: Las despedidas nos hacen así… mañana
a estas horas estaremos alejándonos el uno del otro… mirando hacia atrás
para perdernos.
D: Déjeme ir
con usted, se lo ruego.
F: Eso no es poético detective. Además… no puedes abandonar a tu amigo…
D: ¿Dónde se
va?, no se vaya sin mí, mañana resolveré finalmente el
caso, déjeme ir con usted.
F: ¿Por qué me sigues tuteando aún después de que hicimos el amor?
El detective llora ríe ante la respuesta que va a dar.
D: Es porque me siento un niño, uno abandonado y más pequeño cada día que
pasa, sólo que con una conciencia adúltera de esa niñez. Y este niño te ruega
que no me abandones por favor.
F: ¡Niño! …
soy diez años mayor que tú, ¿cómo puedo yo confiar en un niño inestable como
tú?… sé cómo acabará esta historia…
llegamos a una playa y allí, luego de 14 años, mueres.
El detective está que se parte, no escucha razones.
D: Por favor
lléveme… se lo suplico... no miraré hacia atrás.
F: Soy un
mujer casada detective… estoy pasando por un momento difícil, mi esposo está
muriendo y no estoy con él, estábamos haciendo los trámites del divorcio, ya no
nos soportábamos, y entonces él cayó enfermo, ¿cómo se supone que debo sentirme
al respecto?... Mañana en la noche parto a California para encontrarme con él…
ni siquiera sé lo que va a suceder.
D: Iré tras
de usted…
F: Tengo tres
hijas detective… ¿las aceptarás acaso?...
F: Siempre dicen eso, pero ya en la convivencia es otra cosa, eso es sabido,
no es culpa de nadie, es simplemente nuestra naturaleza.
D: Me cago en nuestra naturaleza, yo cuidaré a sus hijas como si fueran
mías, y viajaremos los cinco por todo el mundo, no necesitamos nada más.
F: Mañana será nuestra última cita
detective, ya está decidido, no discutamos y disfrutemos estas noches que nos
quedan.
D: Nunca me
separaré de su lado, he esperado veintisiete años de mi vida para encontrarla.
La radio de “Blueberries Café Bar” fiel a su estilo, pone música para el
momento.
El detective y Fanny bailan, fuman, beben, hacen el amor, vuelven a
bailar, vuelven a hacer el amor, y todos en “Blueberries Café Bar” aplauden
y, brindan y celebran su amor. Por las
ófricas y órficas ventanas del “Blueberries Café Bar” se vislumbra la resaca de
un amanecer. Y los cuerpos están adormecidos.
Repentinamente Fanny entra en estado de trance, su mirada se pierde como
buscando olas perdidas de mar, como buscando a un hijo que se le ha muerto, una
hija que se la han asesinado, una patria de la que ha sido extraída. Se sientan
de nuevo, ella mirando con odio y terror y el detective mirando asustado.
D: ¿Qué
sucede?... ¿Se siente bien?...
Fanny susurra y va hablando cada vez más alto. Voces profetas hablan a
través de Fanny que por un momento deja de ser Fanny.
CASANDRA:
¡Apolo,
Apolo! ¡Conductor destructor mío!
En trasfondo, W escucha atentamente a su muñequita.
D: ¿Apolo?
¿Qué sucede Fanny?
CASANDRA:
¡Ay,
ay! ¡Dioses! ¡Horror! ¡Apolo! ¡Apolo!
D: ¿Por qué
invoca al Dios que nunca acude dónde hay llantos?
CASANDRA: Apolo conductor mío, de nuevo me has perdido sin remedio. ¿A dónde me
llevas?, ¿a qué morada?, a la casa
odiosa a los dioses, testigo de muchos crímenes dentro de la familia, de
desmembramientos; un matadero de gente, un suelo empapado en sangre.
¡Ah!, humanidades que lloran su degüello, carnes asadas devoradas por un
pérfido.
¡Oh dioses! ¿Qué se prepara? ¿Qué es este nuevo y gran dolor? Un gran
mal se trama en esta casa, insoportable para los amigos, incurable, y el
socorro está lejos.
¡Oh miserable! ¿Vas a terminar esta acción? Al pobre hombre que consigo
mismo comparte su propio lecho, después de haberlo lavado en el baño... al de
los Dioses juguete, ¿cómo diré el final?
D: ¿¡Fanny,
qué sucede!?, ¿por qué habla con oscuros
oráculos y enigmas?
CASANDRA: ¡Otototoi!
Eh, eh, oh, oh! ¿Qué es esto que aparece? ¿Es una red de Hades? Es
Clitemnestra que ahora va a por tu amigo, ¡cuán insaciable, cuán confusa! ¡Ah,
ah! ¡Ahí, ahí! Aparta el toro de la vaca. . La tragedia de la bañera sangrante
os relato
¡Ay, ay, desgraciada!, ¡malhadada suerte mía! Lloro mi propio dolor y lo
vierto también a la copa. ¿Con qué fin me has traído aquí, desdichada de mí? No
a otra cosa que compartir la muerte, sin duda.
El cuarto exhala un olor de muerte y de sangre derramada.
D: ¿Cómo es
ese olor?, ¿huele a soledad?, ¡¿es W?!, ¡oh no!, no debí abandonarlo, seguro
está muerto... ¿el hacha ya ha caído sobre su cabeza?, dime, ¿se refiere a él?,
¡díme por favor!
CASANDRA: ¡Oh! Infames
muertes veo, huele a sangre. Es un
hedor como el que sale de un sepulcro.
¡Ay la fortuna
humana!, si es dichosa una sombra semeja, y si es infausta húmeda esponja todo
el cuadro borra y esto es más que aquello lo que siento.
El
detective sale corriendo con la esperanza de ayudar a W, aunque sabe, en su fuero
interno, que es demasiado tarde. Casandra se queda sola mirando su copa, con
los ojos abiertos, y grita más fuerte que antes.
En soledad,
clavada de agonía, vivo mientras la voz clama y augura por carecer, para mi
desventura, de credibilidad mi profecía. Es mi palabra admonición sombría de la
amenaza trágica futura oída, no escuchada… Qué locura tener a un sordomudo por
vigía. Oigo el grito de horror en cada canto, detrás de la sonrisa veo el
llanto, en la opulencia el fuego destructor. ¿A qué fin se me han dado
estas visiones? Soy la Sibila de las destrucciones, considerada menos que un
rumor. Con todo no han de dejarme morir impune los dioses, vendrá un tercero,
un vengador, asesino, retoño de su madre, y que pedirá las cuentas por la
muerte de su padre.
En tanto, el detective ha llegado al cuarto de su cliente y amigo W,
roto en llantos, gritando ¡W! hasta quedar afónico. Para su alegría lo
encuentra escribiendo plácidamente en su camita. Está más niño que nunca.
W: ¿Qué
ocurre señor detective, por qué la agitación?
D: W estás a
salvo… estás a salvo W.
El detective se acerca hasta la cama y se sube encima y abraza y llena
de besos a W.
D: ¡Condenado
demonio estás bien y a salvo!
W: ¡Oh señor
acaba de olvidarse de las redes, nunca más podrá salir de esta cama!...
D: ¡Al diablo
con eso W!, tuve una visión horrible en la que te acercabas a tu bañera y eras
mutilado por una loca de la mitología…
W: ¿Esta loco
señor detective?, ¿cómo voy a hacer eso si le dije que no puedo salir de esta
cama ni un momento? Apenas si alcanzo las basinicas… Pero bueno… si me mutiló
en la bañera seguro era una loca hermosa.
D: ¿Cómo has
estado querido amigo W?...
W: Como
siempre, un poco asustado, mi querido señor detective, y bastante perdido, pero
es normal supongo, esto de no saber que escribir y de bloquearse
inevitablemente, pero aunque no lo crea esta mañana me he levantado viendo el 8
y 1/2 de Fellini y mis ganas de escribir han vuelto renovadas, seguro más allá
las perderé de nuevo y de nuevo descubriré que nada tiene sentido, pero
entonces seguro veré uno de esos documentales sobre la vida de Proust y mis
energías se renovarán de nuevo, no hay final querido señor detective, esta
montaña rusa no tiene final, es al mismo tiempo una tortura y una bendición, te
da razones de vivir y te las quita, ora te sientes que serás capaz de ser el
mismísimo Cervantes, ora quedas desconsolado y te sientes la peor basura
pretenciosa que haya podido concebir Dios.
D: Noto que
eres muy creyente W.
W: De hecho
señor detective creo en todos los dioses y a todos los temo, ¿cómo sino podría
hacer el amor con tantos y tantos libros escritos en base a estas mitologías?,
¡no hay manera!, es necesario un grado de misticismo señor detective, así en la
vida real no sepamos un carajo de lo que sea Dios, eso es lo de menos, es más
importante allí en la terrible infinitud de hojas de pensamientos traspasados desde
hace más de dos mil años, así es como yo lo veo señor detective, pero lo digo
tan rústicamente que no puedo pasarle si quiera un mínimo del porcentaje de
asombro que toda esa idea me provoca..
D: Me alegra
verte de buen humor W, me vas a hacer llorar más aún…
W: Llore si puede
señor detective, es hermoso llorar… y qué mejor razón que este mi optimismo,
aunque temo decirle que es bastante pasajero, luego estaré otra vez tocando
fondo… ¿sabe qué?...Sentiría tanto tener que haber trabajado tanto para no
lograr acabar y dejar mi obra a medias. Tengo tantas ideas en mi cabeza, bueno
quizá no tantas, quizá la mitad o la cuarta parte de las que tenía Proust
seguramente, y sin embargo eso ya es bastante, y mi nuez está latiendo, pero el
hacha está cerca, sólo me falta saber cuándo caerá, si ahora o más
tarde. Por ahora en esta obra sólo muestro redes sin sentido, me
costará años mostrar la telaraña completa algún día y no sabemos si lo lograré,
mientras, vivo entonces en constante espera… Hoy me siento mejor, sí, pero
dicen que eso suele ser el preámbulo al ataque definitivo de un malestar…no
quisiera morir señor detective, de veras que no quisiera morir… si un día logra
ver al Illimani en los mares de Vailima, piense en mí…
Acercan sus rostros, rozan un beso
con sus labios.
…
Así
fueron concluidos los cielos y la tierra con todo su aparato, y el día séptimo
cesó Dios de toda la tarea que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo
santificó, porque en el cesó Dios de toda la tarea creadora que había
realizado.
Estos
fueron los orígenes de los cielos y la tierra cuando fueron creados.
CAPÍTULO FINAL.
LA TRAGEDIA DE LA BAÑERA SANGRANTE OS RELATO.
Tusilala y Aolele.
Acaban de hacer el amor y Fanny está a punto de partir, el detective
está desolado, no puede creer que la tiene que perder.
D: Nos
volvimos locos anoche.
F: Tú te
volviste loco.
D: Tú te
volviste loca.
F: No sería la primera vez que me pasa.
D: Dijiste
que W iba a ser asesinado.
F: No lo recuerdo…
D: Salí corriendo para ir en su ayuda.
F: ¿Y cómo estaba?
D: Bien por suerte.
Pausa.
F: Lo siento, no recuerdo nada…
Pausa.
D: Ahora le llevaré un whisky y
hamburguesas que tanto le gustan como regalo adelantado de navidad. Le prometí
que limpiaríamos definitivamente esa bañera.
F: ¿Y él, no
trabaja?, ¿a qué se dedica?, nunca me dijiste a qué se dedica…
D: Ahora dice
que quiere ser escritor, pero creo que antes hacía teatro.
F: ¿Ah sí?,
de niña yo tuve un profesor de teatro… recuerdo una ocasión en que
comenzó a acariciarme, nos quedamos solos en el aula, él se acercó y acarició
bajo mi vestido, llegando a frotar mi vagina, frotándola tan fuerte… recuerdo
sus hombros moviéndose horriblemente…
D: Las
simetrías de la vida… pero no, este teatrero es todavía relativamente joven,
bueno… ya va a tener treinta… sin embargo cuando compartes tiempo con él, te
das cuenta de que es un poco más que un niño. Le prometí que hoy limpiaríamos
definitivamente esa bañera y saltó como loco… pobre, nunca supimos quién fue el
desgraciado que asesinó a su madre y a su hermana.
F: Bueno, es hora de
subir al tren. Saluda a W de mi parte y cuídense.
D: Te alcanzaré lo
juro. Ahorraré y tendré dinero para alcanzarte…
Fanny tan sólo sonríe. Lo besa.
F: Adiós, detective Stevenson.
D: … Adiós Fanny.
F: Tusilala.
D: Aolele.
Detective se queda llorando en
la estación viendo a Fanny alejarse y como traída por encargo desde
“Blueberries Café Bar” llega una triste melodía.
Matar es una obra de arte.
En el
cuarto W duerme abrazado a su muñeca. Una alfombra roja se ha extendido desde
la cama de W hasta la bañera sangrante. Lentamente entra Fanny vestida de
Clitemnestra. Sus ropajes son espectaculares. Tiene un hacha gloriosa.
CLITEMNESTRA: Ahí lo
tienen ciudadanos, honra y prez de la Argólida. Ciudadanos, no me voy a
avergonzar de dar, en vuestra presencia, muestras del amor que siento; que con
el tiempo declina en el mortal el pudor. Y sin haberlo aprendido de terceros,
contaré la vida que yo he llevado durante el tiempo en que estuvo mi esposo al
pie de Illión. Primero, para una esposa es ya un tormento sin par estarse en
casa sentada sola y sin la compañía del marido, toda suerte de desalmados
rumores escuchando; que uno viene a traer malas noticias, y después, otro, con
nuevas peores y, así, van todos anunciando mil desgracias para la casa. Y si
tantas heridas él recibiera cual, por diversos conductos, traían hasta mi casa
los rumores, bien podríais decir que más agujeros tiene que una red.
W despierta poco a poco con la recitación
de Clitemnestra.
W: Qué honor tenerla en mi casa Señora.
La he estado esperando tanto tiempo…
¡oh!, ¿quién puso esta alfombra
tan bonita?
CLITEMNESTRA: Yo la puse. Para ti.
W: ¡Qué linda tela!
CLITEMNESTRA: ¿Hace cuánto que no tomas
un baño?
W: ¡Uh!, hace mucho señora, llevo tanto
tiempo sin poder salir de esta cama.
CLITEMNESTRA: Pues los días de mugredad
se acabaron, ven pequeño vanidoso, vamos, salta, salta… hemos puesto esta
alfombra, bordada por dioses sólo para ti. Ven a la bañera, es hora de un baño…
W: ¿Ya no hay telarañas ni redes?
CLITEMNESTRA: Todas yo las tengo.
W: ¿Eres tú mamá?
CLITEMNESTRA: ¡Bah!, no vengas con bromas caballerito...
Mira, las mejores túnicas las hemos preparado para ti, y ésta que ves aquí, es la alfombra de la gloria y
sólo tú puedes pisarla.
W: ¿No ofenderé a los Dioses?
CLITEMNESTRA: ¿Ofenderlos?, al
contrario, Zeus se ofenderá si no la pisas, tenlo por seguro.
W: ¿Habrán cámaras, recepciones,
invitados, artistas, políticos?
CLITEMNESTRA: Todos esperándote querido,
para rendirte honores.
W: ¿Tanto éxito ha tenido mi obra?
CLITEMNESTRA: ¿Y aún lo preguntas?,
todo el país esperaba con ansia su realización, fueron muchos años de espera y
dolor.
W: Entonces ahora sí yo creo que me
merezco un baño, ¿no?, qué bueno porque
ya me están saliendo escaldaduras.
CLITEMNESTRA: Y con los mejores
perfumes. Ya apúrate, que el agua se enfría.
W: ¿Puedo llevar a mi muñeca Casandra?
CLITEMNESTRA: Pero por supuesto, mejor
todavía.
Clitemnestra lame el hacha baila, hermosa, fría, transparente,
vengativa. Mística.
W se alista para un baño reconfortante y calentito.
Se dispone en la bañera.
Clitemnestra le echa agüita tibia de manzanilla.
Le besa y se deja acariciar y acaricia, todo con obscenidad.
Echa la red encima de W.
W saca su cabeza por uno de los huecos de la red y dice.
W: Señora, quiero decirle que usted es lo mejor que me ha pasado en toda la
vida. Admiro su coraje y lo que le hizo a ese marica de Agamenón, ¡usted es una
mujer valiente señora! ¡Una gran mujer!, ¡digan lo que digan! ¡Viva el fracaso!
Clitemnestra pinta sus labios de cherry, se pone su diadema de reina,
sonríe.
Blande el hacha y explotan nueces y avellanas.
La bañera sangra de nuevo.
En la radio de “Blueberry Café Bar” ponen una canción que resuena hasta
en la habitación de W.
Clitemnestra sale con el hacha sangrante y su vestido trasparente
salpicado.
CLITEMNESTRA: Y si antes dije palabras que exigía este trance y ahora lo contrario
proclamo, no voy a sentir rubor. Pues, ¿cómo el que prepara acciones enemigas
contra sus enemigos que fingen ser amigos, podría tender los hilos de la
perdición a mayor altura que su salto? Este encuentro no he dejado de meditarlo
hace mucho, y ya llegó la hora del triunfo final, ¡tras tanto tiempo! Aquí me
yergo, do descargué el golpe ante mi víctima, y obré de tal manera, no
os lo voy a negar, que no ha podido ni huir ni defenderse. Una red sin salida,
cual la trampa para peces eché en torno a su cuerpo, y cae en la bañera. Sin
piedad comencé a destruir la pérfida riqueza del ropaje de un hombre lleno de
perfidia. Lo golpeo dos veces, y allí mismo entre un grito y un grito se
desploma. Cuando está ya dentro, un tercer golpe le doy, ofrenda a
Hades, protector de los muertos. Ya hundido y tajeado profundamente su espíritu
exhala, vomita un gran chorro de sangre, y me salpica con las negras gotas de
un sangriento rocío, y me mojo alegre como las mieses al recibir el agua fértil
de Zeus y fruto de mi excitación explosionan orgásmicas y en chorros mis
amables espigas. Así están las cosas, ancianos venerables de Argos; podéis
regocijarnos si os place; y sino, no se preocupen, que yo me ufano de ellas,
nada me importa el que aprobéis o condenéis mis actos. Este es Agamenón, cadáver
ya mi esposo, muerto a los golpes de mi mano, digna obra de un experto artista.
He dicho.
Cansada abraza el hacha lame la sangre y baila.
Vailima.
Llega al cuarto, busca a W, no
está.
D: ¡¿W?!, ¿ya
aceptaste que no estabas atrapado por las redes?... Limpiemos la bañera y vamos
a beber como cosacos al “Blueberries café bar”... ¡¿W?!
En la cama de W está su muñeca
Casandra desmembrada y encima de su cabeza partida encuentra una carta.
Escupitajos de sangre. Lee.
“Gracias
por todo señor detective. Pero finalmente tuve que hacerlo. Usted mismo sabía
que no podía ser de otra manera… pues ya era demasiado, y yo muchas veces me lo
dije: con estas cosas no se juega chiquillo, ¿¡vas a zambullirte a hacerlo o
no!?... Y entonces decidí partir para hacer poesía. Un abrazo señor detective.
Allí, en la mesa, le dejo lo que le prometí y que ya no pude decirle cuando
salió en busca de Fanny. Es la herencia de mi madre. El señor Robert Louis
Stevenson me visitó en sueños y me dijo que el máximo sueño de usted es conocer
Vailima, espero contribuir un poco a ese sueño...”
Atte.: W.
The spider
and the fly.
El
detective queda desconsalado, tose, sangra, se echa en la cama de W temblando
de frío, no puede más que cantar los últimos versos.
La araña simuló volver a su guarida,
Sabía que la estúpida mosca volvería,
Una red sutil tejió en el rincón de la
astucia
Lista la mesa para a la mosca degustar
Y muy alegre la taimada se puso a cantar:
“Aquí, aquí, mosquita de nacaradas alas,
Tan verdes y purpúreos tus aterciopelados
pelos-
Tan de rubí tus ojos y los míos tan cobalto
apagado
Y ¡zum, zum!, rápido llega la ingenua,
Halagada, adulada, al rincón de la astucia
llevada por sus propios revoloteos,
En el aire dibujando zumbidos, cada vez más
cerca del final,
Embebida en sus propios ojos de rubí, sus
colores púrpuras y verdosos,
Una mariposa según ella, narcisa mosca ¡pobre
ingenua!
Finalmente saltó la astucia y la
violencia de la araña
Inoculada la mosca fue llevada a los últimos
pisos de la casa caracolada
A una guarida con olor a soledad, a carne
podrida,
a muerte, a sepulcro, a sangre derramada...
Un saloncito elegante, sí,
pero sin un Dédalo que la ayude a salir.
Se queda tarareando un desgarrador jazz, con la mirada perdida, se pone
a escribir mientras que ya llega de nuevo oportuna una melodía desde el
“Blueberries Café Bar”.
Poor Wy,
bye fly.
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