Cap. VI

 

Capítulo VI. Uán Millión de Paco Rabanne.

Ya han pasado diez años. Hoy celebramos diez años del fallecimiento de Paco. Y por tanto sacamos este capítulo. Paco. (¿Panchite?).

Subiendo

Sí, ya conté esto varias veces, pero Panchite era mi gatite, quien falleció en las mandíbulas de un Caronte, transfigurado en aquella faena de manera interdigital (es decir como un subrepticio momento (como esos pozos que se abrían en el medio del colegio San Antonio en medio de la lluvia y sobre los que te encantaba chapotear imaginando que tus zapatos eran botas, que tu falda un saco impermeable, que tus trenzas una fiebre de cuarenta grados, que tu fiebre una colorida fresa dibujada, minúscula, junto a otras frutas, en un celeste delantal y con cuadritos blancos interdependientes de las frutas)), como una gruta, como una sombra que surge por un instante para luego acurrucarse en el pliegue de la sonrisa de una infantil paloma.
Y sí, fue quizá mi culpa. Pero ya no quiero pensar en ello y no quiero culpabilizarme.

/Quizá estas 'antimemorias', por esto de las paradojas (o caminos curvos, como de láser pero acelerades) de la ficción, terminen siendo bastante reales/ ¿qué es realidad? ¿acaso existe eso si siquiera? ¿y qué es pues ficción, ficción virtuality, etc?/

En síntesis, querides lectores, perdón por haberme perdido también, pero bien sabeís ustedes que las jornadas son muy largas, los caminos eternamente infantiles, la misma cuesta ya no es como era antes. Antes, sideral, ahora más bien, epeculada espiral. Y, a su vez (por eso de que los protones pueden ser o no ser dependiendo de si alguien los observa), siderales también.
Esa cuesta de La Paz City, o Montero City, O Cochatrampa Pampajiuston Trap,
esa por donde corrían tus hermanes, esa por donde corriste tú: Le solei, 
descalze.
Ya está hecho, y no soy yo quién lo vaya a deshacer - se dijo Yared - Además, -continuó- si nos ponemos a pensar, ¿qué tiene de malo que dos capítules se llamen casi igual por tu nombresi así lo siento? Sí, cada calada de mis Marlboro Gold me recuerda a ti.

Sí, esto decía mientras líaba papeles dorados. Luego de repente unas chispas caen a mi alrededor, te compro una corona de flores que restalla y es inocente,

¿Y qué de malo si narciso al escribirte en sí solo piensa en él? ¿En el placer que le dará su propio trabajo y en un rechazo que ya no es rechazo sino ya más bien abrazo? Y, ¿qué de malo? - agregó- Si voy subiendo la Periférica, por esos bosques, qué increíbles calles, qué increíbles lugares. Y a ver nos ordenaremos un poco. El punto es que Yared ya había logrado todo, y al día siguiente podría incorporarse oficialmente a la empresa y empezar a ganar esos tan ansiados pesitos. El primer día de entrenamiento de Yared (cuando en la mañana fueron a una escuela y luego a almorzar al mercado Achumani y de ahí a los condominios de Los Pinos tantas veces ya referenciados (No se preocupen amigues de la zona sur, pronto ya nos trasladaremos a otras zonas y ahí seguro recién les va a dar nostalgia de estos capítules cuando ya estén perdides en le temps)). Y luego, el segundo día de entrenamiento llegó, de nuevo en las coníferas. Yared hizo setenta puntos. Dijeron que había sido un prodigio de las circunstancias. Sany celose (cuando se enteró al día siguiente, pues como ya dije ese día 'en sí' de aquella vez no estaba), tuvo que vender entre sus familiares para intentar superar a Yared. Lo que no sabía Yared, era que por ser día de entrenamiento , esos puntos le correspondían a Adamo, por ser este su entrenador (ya vimos cómo instruyó a Yared un día antes en relación a los perfumes como sanitizadores). Adamo sonreía feliz y cantaba:

Y como un millón de monedas doradas que caen y se calman en mis manos:

con estas te compro paz, muchos días de calor,

de agua,

y libertad.

Lali reía.

Y el Sanny se escondía. y su corazón de Yared bien feliz y esperanzado le latía.



Comentarios

Entradas populares de este blog

#306: La única forma de encajar en el mundo es mentir.

Le vendedr du párfums cap. 3

304. A veces, extraño la vida.