#307: Ensayos breves de una imilla lloquendé: La importancia del teatré en tiempos de pánico.

 Muchos dicen que esto y que el otro, y que el teatré virtual es lo mejor. Lo que no se dan cuenta es que este pensamiento viene de su necesidad de productividad; y dicen: esto es el futuro, esto es el progreso tecnológico y estas son las cosas como son; visión fría y pragmática donde las haya.

Y es que en realidad, le teatré está en otros niveles, no es el simple entretenimiento voyeurista frente a una pantalla. Le teatré trabaja sobre la psique. Se dice que para 2030 todes estaremos loquendes. Y es aquí donde  yo  pongo mi carta de apuesta: en la puesta en escena viva: un lugar donde (aunque no únicamente por supuesto) se descarga la psique: esto es lo que está detrás del concepto griego de catársis, donde los espectadores salían limpios, purificados de una puesta en escena; la única esperanza ante esta locura reprimida: el lugar donde se desencadena mi locura. Y es que la espacialidad escénica permite contactos con ciertas partes de nuestro cerebro y nuestro espíritu y nuestro cuerpo. Todo cobra una nueva vitalidad, un nuevo lugar. Es como un casco virtual pero en vivo, ya que hay ciertas cosas que el casco no puede atrapar, pues solo hace fantasear. Y la soledad se vierte como en un espacio ritual de nuevo, también.

En todo caso mis blasfemias son una forma constante de renacer, de sentirme diferente después, de atreverme a enfrentar la vida una vez más, de que surga la cosecha de toda mi sangre dionisíaca,

apolíneas me salen estas líneas ensayos garabates poemas, silencios y distorsión.

y entonces es así, que no basta con ser espectador hay que pasar a ser activo y que los espectadores sean protagonistas también.


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