Dijo Dios: “Haya lumbreras en el firmamento celeste para separar el día de la noche, y hagan de señales para las solemnidades, para los días, y para los años, y hagan de lumbreras en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue. Hizo, pues, Dios las dos lumbreras mayores: la lumbrera grande para el dominio del día, y la lumbrera pequeña para el dominio de la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, para dominar en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció el día cuarto. Día 4. D se pone sus guantes de látex y se acerca a la bañera, mira con cuidado, con estilo, analiza los ángulos, los olores. Un plástico cubre la bañera, lo levanta y continúa sus observaciones con la objetividad que debe hacerlo todo detective. Sin saber por qué recuerda los viajes de Marco Polo. Saca su grabadora, se graba: D: Fanny, Diane: ya casi es mediodía afuera ...
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